Por JUAN T H
Señor,
usted no construyó una fábrica de presidentes, como ha dicho; usted creó una
fábrica de ladrones; gente, como usted, que llegó al poder sin un centavo,
proveniente de la clase media baja, y de
repente es considerado uno de los hombres más ricos y poderosos, no solo del
país, sino del Centro América y el Caribe. Tanto dinero tiene usted, que puede
patrocinar campañas electorales en Haití, Panamá y Perú, entre otros países.
Señor,
usted convirtió el país en un paraíso para el narcotráfico, la evasión de
impuestos, el contrabando y las mafias que operaban desde la propia casa de
gobierno. Fue usted, Señor, quién le otorgó más de cinco mil millones de
dólares en obras del Estado al principal narcotraficante de heroínas del país,
según consta en una sentencia de la Suprema Corte de Justicia. Fue usted,
Señor, quién patrocinó, vía el Banco de Reservas, al español Arturo del Tiempo
Marqués, preso en España después de once contrabando de cocaína.