Por
Juan T H
El profesor
universitario y exquisito escritor Andrés L. Mateo escribió un artículo a
propósito de las declaraciones, tanto del presidente Danilo Medina como del
ministro Carlos Amarante Baret, en el sentido de que el gobierno está haciendo
una revolución en la educación debido al programa de Alfabetización de adultos
y a la inversión del 4% del Producto Interno Bruto.
Una revolución es una
revolución; es decir, significa una ruptura, un cambio radical de sistema o
modelo, ya sea económico, político y cultural. La revolución no es una palabra,
es una acción que conlleva un compromiso de transformación de las estructuras
de poder de una sociedad cualquiera.
Como bien explica Andrés
L. Mateo, “el analfabetismo es un resultado de la política de exclusión social,
un lastre, una deuda acumulada de los casi doscientos años de la vida
republicana, caracterizados por la predominancia absoluta del autoritarismo y
la inequidad” auspiciada por los que han gobernado y dirigido esto que eufemísticamente
llamamos país.
Una revolución tiene que
romper el modo de producción social en su conjunto. Una revolución que no produzca cambios
radicales, no es revolución. No puede
haber revolución solo en la educación mientras todo lo demás sigue igual.
El analfabetismo es un
anacronismo. Inconcebible hoy día. Terminar con ese flagelo también es un
requerimiento de las clases gobernantes, de los mismos que durante más de 200
años, como dice Andrés, han mantenido excluido
a la mayoría del pueblo dominicano. En estos tiempos no es posible mantener sin
saber leer ni escribir a cientos de miles de personas porque hasta la mano de
obra barata requiere de ciertos conocimientos. ¿Acaso no es éste el siglo del
conocimiento?
Me pregunto, ¿esta
revolución en la educación además de terminar con el analfabetismo implica una
socialización de la educación? Me vuelvo a preguntar, ¿esta revolución
educativa les garantizará a todos los ciudadanos la enseñanza desde el nivel
más bajo hasta el más alto sin costo alguno? ¿La educación tendrá la misma
calidad para los hijos de machepa que para los hijos de la fortuna?
La eliminación del
analfabetismo y la asignación del 4% en educación si bien es un paso de avance
fruto de la lucha popular –no un regalo-, no significa revolución, ni nada que
se parezca. El país está muy lejos de alcanzar sus metas en educación,
salud, vivienda, empleo, energía, transporte, producción
alimentaria, etc.
Países similares al
nuestro en el hemisferio están invirtiendo el 7% en educación. Y aun es mucho
lo que deben hacer para reducir la brecha que los separa de los desarrollados
cuya inversión ronda el 10 por ciento, incluso algo más. (Cuando le preguntaron
a la presidente de Finlandia cual era el éxito de su país, dijo: “tres cosas:
educación, educación, y más educación”.
El gobierno dominicano
no sabe, en materia educativa, hacia donde va. El modelo sigue siendo el mismo a pesar del programa de
alfabetización, del 4%, de las aulas nuevas, de la tanta extendida, del
desayuno y el almuerzo. La educación es más que la escuela, más que la
universidad. La educación es una estrategia nacional de desarrollo integral que
abarca todos los aspectos de la vida de un país.
En un país de campesinos
desplazados, chiriperos, buhoneros y desempleados que habitan casuchas en
sectores que forman verdaderos cinturones de miseria, con una clase media cada
vez más empobrecida ¿se puede hablar de
revolución en la educación sin eliminar los males producidos por la inequidad,
la corrupción y el saqueo? No lo creo.
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