(Como
tiene que ser)
Por
Juan T H
No lo entiendo bien: Estamos abajo
porque somos pendejos o somos pendejos porque estamos abajo. No sé cómo es la
vaina. Lo que sí sé es que somos pendejos y que estamos abajo. Si no fuéramos
tan pendejos seguramente estuviéramos arriba (o en el medio), lo cual
garantizaría un poco de respeto de los que gobiernan.
Si no fuéramos tan pendejos nos
tendrían miedo los de arriba, sobre todo si tomamos en cuenta que representamos
el 90 % de la población, es decir, la inmensa mayoría.
Pero como somos tan pendejos, es
decir, tan cobardes, que nos roban las elecciones, nos roban los partidos, nos
roban el Congreso, nos roban la Justicia, nos roban el Estado. Se roban más de
cien mil millones de pesos todos los años del presupuesto nacional. Se lo roban todo ante nuestros ojos sin que
hagamos nada. La verdad es que somos un pueblo de pendejos.
Y como somos tan, pero tan pendejos,
nos suben de precio de los combustibles todas las semanas, mientras que al diez
por ciento, que no es pendejo, se lo subsidian; nos suben la tarifa eléctrica
con apagones de 12 y 14 horas diariamente. Nos suben los impuestos directos e
indirectos para cubrir el déficits fiscal de 200 mil millones de pesos que
dejaron Leonel y su pandilla; los pendejos pagamos cada vez más impuestos
mientras al diez por ciento le regalan más de cien mil millones de pesos todos
los años en exenciones fiscales.
Los pendejos hemos visto como los
políticos se han robado el país poco a poco en complicidad con el sector
privado formando castas de jeques árabes polígamos con fortunas incalculables.
Los pendejos no tenemos quién nos
defienda en el Congreso, ni en la Justicia. La Policía y las Fuerzas Armadas
siempre están dispuestas a entrarnos a palos y culatazos si protestamos. Ellos,
los que no son pendejos, tienen los fusiles. Y el poder nace del fusil, como dijera un sabio chino.
Los pendejos somos pendejos porque
le tememos a la represión; al impacto de las balas, a las torturas, a las
sentencias de los jueces que representan y defienden al diez por ciento. (Las
cárceles están llenas de pendejos)
Los pendejos le tenemos mucho miedo
al Dios, todo poderoso, que protege a los que no son pendejos, es decir, al
diez por ciento, que, por cierto, suele ir a misa los domingos.
Dice Miguel Ceara Hatton, que los
pendejos somos cada día más, lo cual no le gustó al gobernador del Banco
Central, digno representante del diez por ciento. En los últimos años todos los
nacidos forman parte del ejército de
pendejos, es decir, de pobres.
Los pendejos no tienen educación
digna, no tienen salud humana, no tienen viviendas adecuadas, no tienen
seguridad ciudadana ni social, no tienen empleos de calidad ni salarios
decentes, no tienen alimentación balanceada, no tienen protección judicial. Los
pendeos no tienen derecho más que a la muerte miserable.
Con el control casi absoluto de los medios de comunicación y
de los periodistas, con el control total del Congreso, la Justicia, la Junta
Central Electoral, el Tribunal Superior Electoral, la Cámara de Cuentas, las
Fuerzas Armadas y la Policía, de la Sociedad Civil, del Banco Central y la
Junta Monetaria, de las Iglesias y sus curas y pastores, de los partidos y de
los políticos, el PLD seguirá arriba, más arriba, mucho más. Y los pendejos, abajo,
más abajo, mucho más...
A menos, claro está, que los
pendejos decidamos dejar de ser pendejos, y utilizando la fuerza que nos da la
mayoría, es decir, el 90 por ciento, nos
coloquemos arriba del otro diez por ciento.
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