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La justicia controlada se estremece

EDITORIAL DE ACENTO

¿Se ha perdido la fe en el Poder Judicial Dominicano?
La renuncia de varios jueces, de tribunales importantes, y con méritos para ser considerados como magistrados probos y de gran formación debe comenzar a preocupar a quienes dirigen los asuntos administrativos de la justicia.
Mariano Germán, presidente de la SCJ



Qué pasa con el poder judicial dominicano, que algunos de sus más meritorios miembros están abandonando el barco, luego de inicio de la segunda ola de la reforma de ese poder?
Hay realmente una segunda ola de reformas? Eso tendría que responderlo el presidente de la Suprema Corte de Justicia y cabeza del Consejo del Poder Judicial, magistrado Mariano Germán Mejía.

Los casos recientes de renunciar seguidas de varios presidentes de cortes tiene que se una alarma para los magistrados que dirigen la justicia dominicana.

Pedro Balbuena, presidente de la Corte de Apelación de Puerto Plata, es considerado una estrella en su ámbito, un juez probo y capaz, que aspiró a las altas cortes y no pudo llegar.
El juez Juan Manuel Guerrero, presidente de la Primera Sala de la Corte de Apelación de Trabajo del Distrito Nacional, es considerado un profesional brillante, que pudo haber ocupado la posición que dejó vacante la renuncia del magistrado Jorge Subero Isa en la SCJ. Guerrero es uno de los mejores especialistas del país en Derecho Administrativo, y el hueco que dejó Subero era para la Cámara de Tierra, Administrativa y Laboral, pero fue escogido un magistrado del ámbito penal.
Ulises Bonelly Vega, de la Corte de Apelación del Distrito Nacional, excelente en su área, dejó su puesto para irse al sector privado.
Erick Hernández, presidente de la Corte Laboral del Distrito Nacional también decidió irse, pese a su historial meritorio.
Frinette Padilla, jueza del Tribunal Contencioso Administrativo, decidió dejar el poder judicial luego de los cambios sustanciales que sufrió el tribunal al que servía,
¿Qué otra explicación, aparte de los salarios, tienen estas renuncias? ¿Se perdieron las expectativas de un poder judicial independiente de los manejos políticos? ¿Es oscuro el panorama futuro de la justicia dominicana y no vale ya la pena formar parte de ella?
Una explicación más realista es necesaria, aunque los que renuncian no quieran hablar de las otras razones reales que les han llevado a su pérdida de fe en la institucional judicial.

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