Por Juan T H
Las clases gobernantes y los
políticos, que no es lo mismo, ni es igual, han estado abusando de la confianza
y de la paciencia de la gente, no sé hasta cuándo.
El voto de los ciudadanos es una
muestra de confianza en quienes cada cierto tiempo invitan a sufragar en favor
de las propuestas y promesas que luego, desde el poder, casi nunca cumplen.
Gobiernos van y gobiernos vienen. Y
la situación de los ciudadanos y del país en sentido general, lejos de mejorar,
empeora. La desesperanza es cada vez mayor, como mayor es el índice de
violencia, como mayor es el nivel de exclusión social y por lo tanto de pobreza
y miseria, que tampoco es lo mismo, ni es igual.
El país marcha hacía ningún lugar.
Por lo menos eso parece. Las familias dueñas de los 48 mil kilómetros cuadrados
de territorio nacional y de una buena parte del territorio haitiano y de los
propios haitianos, solo les interesa los beneficios económicos y políticos que
obtienen cada año. Si hay más o menos pobres, no es su problema. Si el empleo
crece o desciende, tampoco es su problema porque para la mano de obra casi
esclava están los haitianos que sostienen la economía con el trabajo en los
bateyes, los campos agrícolas, la construcción y el turismo. La falta de
servicios como seguridad ciudadana, energía eléctrica, agua potable, vivienda,
salud, educación, transporte, etc., solo es importante si afecta sus intereses
de manera directa. Cosa que no ocurre.
Las familias dueñas del país, junto
a los políticos que las sustentan a través de las Fuerzas Armadas, la Policía y
demás órganos represivos, no tienen problema. Su problema es que no tienen
problemas. En cambio, el problema de los ciudadanos comunes y corrientes, es
que tienen todos los problemas derivados de las injusticias, la inequidad, la
desigual distribución de las riquezas, etc. Mientras ellos lo tienen todo en
demasía, los demás, no tienen nada. O casi nada, que no es lo mismo, pero es
igual.
“Y así no puede ser”, como escribió
el Poeta Nacional.
“Desde la sierra procederá un rumor
iluminado, probablemente ronco y derramado. Probablemente en busca de la
atierra. Traspasará los campos y el celeste dominio desde el este hasta el
oeste, conmoviendo la última raíz”.
“Y sacando los héroes de la tumba
habrá sangre de nuevo en el país. Habrá sangre de nuevo en el país”.
Los pobres no tienen nada que
perder…
Los que gobiernan el país,
sustentados por políticos inescrupulosos, no solo han abusado de la confianza
de las mayorías; también han abusado de su paciencia llenándonos a todos de
una impotencia que va acumulando rabia,
como peste, que un día no podrá ser detenida.
Así como no existe un liderazgo que
pueda detener el robo, la corrupción, la pobreza, la inequidad y la exclusión,
de ese mismo modo no habrá quién detenga la explosión social cuando se
produzca. Y no está lejos el día. La tuerca no aguanta más… La paciencia del
pueblo tiene un límite.
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