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¡ESTO SE JODIO!

Por Juan T H
¿Qué se puede decir de un país donde ninguna de las instituciones del Estado funciona como ordena la Constitución y las Leyes? Nada, que esto se jodió.
Una encuesta reciente revela que la ciudadanía no tiene confianza en la Policía Nacional, en el sistema de Justicia, en la Junta Central Electoral, en el Tribunal Superior Electoral, en la Cámara de Cuentas, en el Congreso, en Educación, ni en Salud.

En pocas palabras, la gente, con razón, no cree en nadie, ni en nada; porque nada sirve, porque nadie, después de llegar al poder, cumple sus promesas. (Si quieres conocer a Mundito, dale un carguito)
El Estado colapsó hace mucho tiempo. Sólo funciona para cobrar impuestos que luego una buena parte de los funcionarios, en complicidad con una buena parte del empresariado, se los roba descaradamente y luego se lo enrostre a la gente  en aviones, helicópteros, haciendas, residencias suntuarias, vehículos de lujo,  amantes bien instaladas, viajes de placer por el mundo, cuentas millonarias en pesos, dólares y euros,  sin que nadie los toque ni con el pétalo de una rosa porque “no se puede mirar hacia atrás”, ni “lanzarle ladrillos al pasado”. ¡Qué cojones!
El Estado es bueno para la corrupción y para la impunidad de los corruptos. Luego no sirve para nada más. No tenemos un Estado laico, tenemos un Estado corrupto y abusador.
Si un ciudadano quiere agua potable tiene que tener su propio acueducto  comprando un tinaco de cinco o diez mil galones. Si quiere energía eléctrica debe comprar una planta o un inversor; si requiere de seguridad personal y familiar en la casa o apartamento, tendrá que pagar un policía privado; si quiere educar bien  a los hijos tiene que inscribirlos en un colegio privado y luego en una universidad privada aunque tenga que empeñar las nalgas. Si por mano al diablo se enferma, tiene que ir a una clínica donde le cobraran una fortuna que tendrá que buscar aunque se muera (la operación fue un éxito, pero el paciente murió),  porque los hospitales públicos se convirtieron en centros de muerte. Si requiere de un transporte más o menos seguro, tiene que comprar un vehículo para usted, otro para la esposa y más de uno para los hijos mayores de edad. Si no puede comprar un carrito utilitario, que el señor se apiade de usted porque su vida estará en las manos de los asesinos del volante de guaguas voladoras y chatarras del concho.
Lo que me jode, lo que me encojona de verdad, es que  esos servicios el gobierno se los cobra a la población como si los ofreciera gratuita y  eficientemente.  Y yo pregunto, ¿coño que Estado es éste?
Los impuestos que religiosamente pagamos los pobres y la clase media se gastan en clientelismo político,  tráfico de influencias, funcionarios con salarios de lujo y grandes privilegios, en abultadas nóminas y nominillas para compañeritos de las bases, entre otras pendejadas.
Si todos esos elementos no son propios de un Estado fallido y fuñido, qué alguien me lo explique.  Qué me lo explique el gobernador del Banco Central a quién le fascina hablar del crecimiento de la economía; Si no quiere, que lo haga el viejo y querido Temo, que no sé dónde  aprendió economía, planificación y desarrollo.

No se lo pido a Danilo porque está muy ocupado tratando de evitar que todos lleguemos a la conclusión de que, ¡”esta vaina se jodió”! Porque cuándo el pueblo haga conciencia de que esto se jodió, entonces todo se joderá de una vez y por todas. En ese momento las cosas comenzaran a cambiar para bien del propio pueblo. No antes.

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