Bonaparte Gautreaux Piñeyro, el autor
A veces la verdad tarda debido a que en
ocasiones media mucho tiempo entre los acontecimientos, tal como ocurrieron y
los datos reales que permiten conocer informaciones que aclaren las sombras,
Durante doscientos años un grupo de
personas afirmó ser descendiente de Thomas Jefferson, uno de los Padres
Fundadores de los Estados Unidos y su tercer presidente. No podía ser cierto:
quienes reclamaban tal progenitura eran negros y nunca antes de Barak Obama un
afroamericano ocupó la Presidencia de Norteamérica.
Como la historia siempre está en marcha,
ante la insistencia de los reclamantes de tan ilustre ascendiente, la ciencia
vino en su ayuda y una prueba de ADN determinó que el presidente Jefferson fue
enamorado por las curvas almibaradas de una de sus esclavas negras.
La historia siempre está en marcha y
debemos aprovechar cada dato que ilumine una situación, cada información que
contribuya a desbrozar el camino que contribuya a que el análisis de los hechos
pueda descubrir la verdad.
Así como nos nutrimos de ejemplos
históricos de otros lugares, debemos continuar las búsquedas que nos permitan
poder hacer juicios reales y definitivos sobre acontecimientos que afectan a
todos.
Del personaje que fue Rafael Leonidas
Trujillo Molina se hablará como una nube que flota sobre las creencias y
consejas que se emplean para ocultar, para engañar, para pervertir.
Hemos escuchado, durante décadas, que
defensores de la fuerza contra la razón, han esgrimido la falsa afirmación del
supuesto nacionalismo de aquel hombre que agarrotó la nación.
En la obra “Enemigos. Una historia del
FBI”, su autor Tim Weiner, quien antes escribió la excelente obra “Legado de
Cenizas” una historia de la CIA”, relata una entrevista entre Trujillo y el
entonces embajador norteamericano Joseph S. Farland.
A Farland le tocó informarle a Trujillo
que el gobierno de Estados Unidos decidió
anular la ayuda militar al gobierno dominicano.
Trujillo montó en cólera y lo menos que
dijo fue que el presidente norteamericano era un hijo de la gran puta.
Farland, le respondió: “En cuanto a
usted, en mi opinión, no es más que un dictador de tres al cuarto y su país
comparado con el mío no es más que una cagada de mosca en un mapa”
El tirano se puso chiquito, le dijo al
embajador que en momentos de tensión se dicen inconveniencias y que lo
perdonara, en ese momento el nacionalismo del tirano se fue de vacaciones.
Farland le respondió que como cristiano lo perdonaría, pero no olvidaría”
Trujillo tenía un revólver al cinto, el
embajador se levantó para marcharse y cuando le dio la espalda al tirano pensó
que iba a recibir una bala en la espalda…y no pasó nada, el hombre se apretó y
olvidó el “nacionalismo”.
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