EN PLURAL
Es una cosa seria
Por Yvelisse Prats Ramírez De Pérez,
"La Autora" (yvepra@hotmail.com)
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Una Reforma Educativa es una cosa seria, nos advertía hace años
Ezequiel Ander-Egg, y nos recordó recientemente en excelente artículo el Dr.
Héctor Luis Rodríguez.
En nuestro país, ha habido intentos de reforma educacional, unos
más serios que otros, desde que el señor Hostos fundó en 1880 la Escuela
Normal.
Los historiadores “secos” presentan como reformas algunas, que se
concibieron a la sombra del Gato Pardo, cambiando algo para que todo siguiera
igual.
Los que sienten, padecen y conocen las perentoriedades educativas
y sociales de los pueblos, plantean que para que una reforma sea efectiva, debe
lograr tres efectos: disminuir pobreza, combatir inequidades y fomentar el
ejercicio de la ciudadanía plena.
No fueron, entonces, efectivas, muchas de las “reformas” que se
presentan como tales en nuestra educación, incluidas las de la “Era” en que
creció la pobreza material y espiritual, la desigualdad era norma y la ciudadanía
se concentró en escasos círculos virtuosos de valientes.
En puridad, puede situarse en el Plan Decenal, 1992, la primera
gran reforma educativa en la que asoman una voluntad transformadora clara y un
trasunto de preocupaciones sociales. Es, debe ser, un referente.
Contaba con un antecedente nítido; Plan Educativo, espacio de
reflexión que preparó el terreno de las reformas con diagnósticos realistas y
propuestas alternativas.
Rafael Toribio califica ese Plan Decenal como “un proyecto de
Estado, surgido de la sociedad civil”. En efecto: el gobierno de Balaguer lo
rechazaba precisamente porque encarnaba una aspiración de democracia
deliberativa, que además de no entender, le repugnaba.
Ese “ethos” participativo impregnó el desarrollo del Plan, a
través de las cinco grandes consultas que se articularon en la búsqueda de
soluciones. El Plan comprendió el variopinto pensamiento de la comunidad
educativa en una práctica insólita de participación.
Impulsado por la fuerza de esta sociedad que se unió, igual que
hizo hace poco por el 4%, en rescate de nuestro sistema educativo, el Plan
Decenal cuajó en un diseño iluminado, doblando el pulso a un gobierno que
despreciaba a los maestros, calificándolos como “analfabetas aves de paso”.
El tiempo pasó, como en la canción de Cortés. El Plan Decenal,
repleto en demasía de los buenos propósitos acumulados desde Salomé Ureña, se
debilitó por falta de recursos para abarcar tantas metas que debieron
organizarse en prioridades. La educación dominicana volvió a tocar fondo, un
vendaval de evaluaciones internacionales, dos CERCE sobre todo, arrojó a las
playas de nuestros espantos los despojos de un sistema sin calidad, excluyente,
inferior a todos los otros países evaluados.
Las Pruebas Nacionales, torcida su estrábica mirada, sirven solo
para castigar reprobando a las víctimas, los estudiantes. Sus pésimos
resultados no se toman en cuenta para enderezar el timón y salvar el
sistema.
Este año se dispone de un presupuesto decente. Pero, ¿hay planes?
Existe uno, sí, el tercer Plan Decenal. No se siente mucho, ni se tiene
presente en los discursos ni en los medios, tal vez por su origen espurio:
suplantó el segundo que debía durar hasta el 2012. Además, no se conoce bien y
no se percibe sinergia con la Estrategia Nacional de Desarrollo.
Desorientada, la comunidad educativa intenta conocer qué se hace
para enrumbar nuestra educación. Después del aldabonazo positivo del 4%, el
presidente Medina parece estar formulando su propio plan educativo. Por bueno
que este fuere, se tiene la impresión de un cruce entre el actual Plan Decenal,
la Estrategia Nacional de Desarrollo, y las prioridades y acciones que brotan
al compás del discurso presidencial.
Sin embargo, puede que este rompecabezas empiece a armarse. La
crisis generada en la demanda de los docentes por mejoría salarial, marcó un
punto de inflexión. Se repensó en el sistema educativo como un todo complejo,
que necesita planes, y planes concertados. Se demandó un Pacto que canalizara
aportes analíticos, recomendaciones, las vocaciones de participación marginadas
por la verticalidad de la gestión ministerial.
Las malas notas de las evaluaciones y las improvisaciones
actuales, hacen urgente una Reforma que alinee las acciones dispersas en una
política pública coherente. Esa reforma hay que sacarla de los conciliábulos de
los chamanes para que la participación de los distintos sectores nacionales le
aporte credibilidad y eficacia. Para eso, se demandó el Pacto que figura en la
Estrategia de Desarrollo.
El Decreto No. 228-13 respondió a los que lo pedimos, y al buen
impulso de monseñor Agripino Núñez Collado.
En la enumeración de los que serán consultados, hay ausentes que
no se justifican, y algunos que no sé si les interesa estar presentes.
Mi nombre figura entre los elegidos. Acorde con mi concepción de
la reforma, y de los Pactos, espero que la apertura que sugiere el decreto se
cumpla. Esta reforma debe ser cosa seria; y para hacerla, todos nos
necesitamos.http://www.listindiario.com/puntos-de-vista/2013/8/31/290353/Es-una-cosa-seria
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