Por Bonaparte Gautreaux Piñeyro
¡Ay! de los países que no saben respetar
sus símbolos fundamentales.
La historia puede sufrir retrasos pero de manera inexorable camina hacia
adelante, aunque a veces parece recular. La historia no recula, reculamos los
hombres cuando no somos capaces de construir y leer el curso que debe llevar la
vida para que los pueblos disfruten de libertad y justicia.
Apena ver que la ignorancia, la
imposición, el temor, la cobardía política y la conducta acomodaticia de
algunos, logren imponerse sobre lo que debe ser el respeto permanente a los
símbolos.
La Patria la fabrican los héroes que
saben dar el paso adelante en el momento en que muchos vacilan, se quedan
atrás, se “aguachapan”, se hacen los locos, los sordos.
La Patria es la forja en donde los
hombres de verdad, los que tienen voz, los que son capaces de escuchar su
llamado, acuden sin vacilaciones en procura de crear un modo de vida
independiente, libre, donde todos tengan el derecho a vivir sin temor, en un
sistema donde la justicia y la libertad sean respetadas por encima de cualquier
otra consideración.
Esa Patria forjada al calor de convertir
los sueños de independencia, respeto a la Constitución y las leyes, donde los
hombres buenos son los honestos, los estudiosos, los trabajadores, aquellos a
quienes les duelen las injusticias y luchan contra ellas, tiene que mantener
una prédica constante en el hogar, en la escuela, en la iglesia, en la
sociedad, en todos los escenarios, para que se mantenga fresca, viva, digna de
ser defendida contra todos aquellos que atenten en su contra.
Sin ánimo de comparaciones odiosas ¿acaso
el Himno Nacional debe estar por encima de la conmemoración de la Restauración? La Constitución establece que:
“El Himno Nacional es la composición musical consagrada por la Ley No.700 de
fecha 30 de mayo de 1934 y es invariable, único y eterno”.
Pero una conspiración impuso en el Congreso el irrespeto a la Restauración.
Andamos al borde del abismo sobre el filo
de la navaja, se nos va la República como la arena fina entre los dedos como la
arena fina, por la acción de conspiradores que atentan contra ella con acciones
como ningunear la Restauración y a la invasión e imposiciones de los haitianos
y sus cómplices locales.
El pueblo que no es capaz de imponer respeto
a su propia Historia, será juzgado severamente cuando pierda sus atributos,
cuando pliegue la bandera de la independencia, cuando la imposición extranjera
lo subyugue y haya perdido la libertad.
La Restauración de la República completó
la labor de Duarte, Sánchez y Mella, en una acción que se considera la
consolidación de la Independencia Nacional.
Aún hay Patria ¡Viva la República
Dominicana!
Bonaparte Gautreaux P.
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