Por
Juan T H
El
discurso de Danilo Medina el pasado 27 de febrero debió estremecer todos los
cimientos de la sociedad dominicana al revelar el contenido del contrato de la Barrick Gold que otorga 97 de
cada cien dólares de ingresos por la exportación de oro y otros metales,
permitiéndole recuperar su inversión, en un tiempo récord en el mundo, de
apenas tres años.
Danilo
dijo que los términos del Contrato eran sencillamente “inaceptables” porque el
oro y la plata de Pueblo Nuevo, Cotuí, pertenecen al pueblo dominicano. ¡Y a
nadie más!
Ambas
cosas están por verse. El tiempo se encargará de mostrar el arrojo del
mandatario. El tiempo nos dirá si de
verdad está dispuesto a pelear con la multinacional hasta las últimas
consecuencias. O si por el contrario se trató de un acto de populismo y
demagogia con el único propósito de incentivar un chovinismo barato para obviar
temas como el de la deuda externa, la
corrupción y el déficit fiscal que le dejó Leonel Fernández, como
afirman muchos.
Confío
sin embargo (quiero creerle) en que los hechos se corresponderán con sus
palabras y que se defenderá, como en Bolivia y Ecuador, los recursos naturales
renovables y no renovables; espero que prime el interés nacional, no el interés
de políticos y empresarios insaciables.
Lamento,
eso sí, que Danilo, ni las fuerzas políticas y sociales, hayan reprochado, con
nombres y apellidos, a los culpables de un convenio tan nocivo para el país.
¿Cómo es posible que desde el Presidente
de la República, sus Ministros más influyentes y el Congreso, conocieran y
aprobaran una pieza tan, pero tan perjudicial para la nación?
¿Cómo
es posible que el Presidente de la República, valiéndose de su poder inmenso en
el gobierno y en el partido, impartiera instrucciones precisas para que el
Contrato se aprobara de urgencia? ¿Cómo es posible que el Presidente de la
República y su socio, el presidente de facto del PRD, se pusieran de acuerdo
para darle una puñalada trapera a la patria de Duarte, sin recibir una condena
popular?
¿Dónde
estuvo el Ministro de la Presidencia, el Consultor Jurídico del Poder
Ejecutivo, el de Industria y Comercio,
el de Minería, el de Medio Ambiente y Recursos Naturales, el de ética y
moralidad pública que habla tanta mierda? ¿Dónde estaban todos, por qué nadie
dijo ni hizo nada?
El
Presidente del Senado, que se hace llamar “Senador ejemplar”; Presidente de la Asamblea Nacional,
y como si fuera poco Secretario General del partido de gobierno, ¿cómo pudo
hacer esfuerzos para que se conociera y aprobara, a velocidad meteórica, un
acuerdo tan lesivo a la patria? Lo mismo podría decir del Presidente de la
Cámara de Diputados y sus colegas. ¿Por qué se hicieron cómplice de una
barbaridad tan bárbara como esa?
Demonios, ¿por qué?
¿Quién
los condenará a todos por ese crimen, por esa estafa contra el país?
¿Por
qué no reciben la repulsa total y absoluta de los buenos dominicanos y
dominicanas? ¿Por qué carajo tanta indiferencia, tanta complicidad y tanto
silencio?
En
cualquier otro país del mundo esos señores habrían renunciado a sus cargos por
dignidad o por vergüenza. En cualquier otro país del mundo el pueblo, a unanimidad, le habría pedido o exigido su
renuncia.
Pero
este es el país del asco y la pobreza espiritual. Aquí no pasa nada!
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