Janet Camilo Presidenta de Fedomusde
Nueva
York.– La presidenta de
la Federación Dominicana de Mujeres Social Demócrata “FEDOMUSDE” participa en
el encuentro de la internacional socialista, “Condición Jurídica y Social de
la Mujer, realizado en Nueva York, Estados Unidos de America, en el que
realizo una brillante ponencia ante los presente al conclave.
La pieza oratoria, sin desperdicios se la anexamos a
continuación para su deleite y ponderación: La Internacional Socialista de
Mujeres (ISM) es una institución política que tiene una historia de aportes en
la lucha de reivindicar los derechos de las mujeres dominicanas. Saludamos este
panel, un espacio para intercambiar miradas sobre la
situación de la mujer como víctima sobreviviente de
diferentes tipos de violencias, desde el acceso y toma
de poder, y analizar las políticas públicas, así como los programas y líneas de
acción a niveles regional y mundial, que apoyen una mejor condición de
bienestar para las mujeres del mundo, desde la garantía de los derechos
fundamentales.
Las mujeres socialdemócratas, estamos comprometidas
desde siempre con la lucha por la igualdad, y nos apena recibir este 8 de
marzo, viviendo hoy, más que nunca, en un estado de violencia permanente que
arropa las vidas de las latinoamericanas y la de sus familias. La pobreza sigue
teniendo rostro de mujer. La pobreza es madre
soltera. Pero también, la pobreza es una mujer maltratada, víctima de
violencia física, emocional, económica y social.
Hoy nos preguntamos las mujeres ¿Dónde estamos?...
Las cosas para nosotras están mejores que cuando comenzó nuestra lucha por la
equidad, pero la igualdad sigue siendo un sueño.
América Latina está muy amarrada al modelo político
masculino, y la corrupción impide que las políticas públicas de género avancen
y se posicionen. Los partidos políticos no quieren hacer nada en A. Latina
Las políticas públicas de género en nuestra región en
general, son muy asistencialistas, en las que las mujeres somos vistas como
sectores vulnerables de la población, no como agentes de derechos y ciudadanas.
Por ello, no atienden necesidades estratégicas de las mujeres, como garantizar
la igualdad de oportunidades.
La violencia de género representa uno de los
principales problemas que enfrentamos las mujeres. Es una de las
manifestaciones más extremas de la desigualdad y la discriminación y es la
vulneración más extendida de sus derechos humanos. Aunada a la condición de
pobreza, constituye un obstáculo a su pleno desarrollo y una seria limitación
para el avance productivo y democrático de las sociedades.
La cotidianidad nos dice que, pese a la promulgación
de normas para la prevención y erradicación de la violencia, estas no han
redundado en una disminución significativa de casos. Las políticas, programas y
servicios estatales de apoyo a las mujeres víctimas de violencia en sus
diferentes manifestaciones son reducidos, no abarcan todo el territorio
nacional, están sujetos a los cambios políticos careciendo de continuidad y
abarcan sólo algunas manifestaciones de la violencia contra las mujeres.
En lo que va de año son cifras alarmantes de
feminicidios registrados
en el sistema de justicia. Pero nos preguntamos: ¿Para qué contarlas? Son muchas
las mujeres latinas que mueren victimas de feminicidios, ya lo sabemos, la
sociedad lo sabe, el estado lo sabe, entonces ¿qué estamos haciendo para
evitarlo?, Los femicidios, son la máxima expresión de la violencia contra la
mujer, en la actualidad es una de las principales causas de muerte de las
mujeres, se ha convertido en una epidemia que mata y condena a la orfandad a
cientos de niñas y niños.
La inclusión de la perspectiva de género en las
políticas públicas ha permitido avanzar en solventar la desigualdad, en
atención a la agenda mundial. El perfil de la mujer en nuestros
países, reconociendo que en su mayoría, están en estado de pobreza y
marginalidad, y que siguen siendo mayoría en el mercado informal, por necesidad
más que por vocación y cuyo reto es superar el rezago en diversas áreas, entre
las cuales es destacable la conciliación entre familia-trabajo, por lo que podríamos
considerar que el tipo de políticas públicas debe ser dirigidos a crear
programas adecuados para potenciar las capacidades y garantizar el ejercicio de
sus derechos, como consecuencia de las amplias perspectivas de crecimiento que
ofrecen las mujeres en la creación de empleos y de desarrollo.
Como partido reafirmamos nuestro
compromiso con dar oportunidades a las mujeres dominicanas en posiciones
de poder y crear y apoyar políticas públicas a
favor del desarrollo y el bienestar de las mujeres.
Invitamos a sumarse en una alianza por el compromiso
de un plan de nación, trabajara desde el gobierno para que las políticas
públicas en el área de la lucha contra la violencia de género sean
elaboradas tomando en cuenta los planes que se han elaborado.
La violencia contra la mujer debe de ser una
prioridad de nuestros gobiernos, reconociéndola como una violación a sus
derechos, pero también como un problema de salud pública. Por lo que el
liderazgo político de nuestra región debe expresar públicamente que asume un
compromiso de voluntad política, y que destinara recursos del presupuesto
nacional para fortalecer y crear mecanismos de prevención, atención y monitoreo
a la violencia contra la mujer dominicana.
No podemos hablar de erradicar la violencia
contra la mujer si el estado no entiende que los planes y programas son un
proceso que requieren inversión económica, y que la educación es una
herramienta esencial en la construcción de una nueva socialización de roles
entre hombres y mujeres.
Al final nos debemos preguntar ¿hacia dónde
vamos?... ¿hacia la paridad?... ¿entonces la igualdad sigue siendo un sueño?
Las mujeres hoy debemos disponernos a ejecutar acciones inteligentes, a tomar
medidas audaces a generar movimientos transformadores que tiendan a cerrar
brechas y a tender puentes para que las mujeres logremos un sitial de primacía
y decisión, pero sobre todo a que construir una vida sin violencia, porque las
mujeres damos vidas, queremos vivir.
No podemos pecar de ilusas, pero tampoco de demasiado
pragmáticas. Nuestra responsabilidad ahora es dar un gran salto a un
segundo piso de reformas esenciales que permitan alcanzar las cosas que aún no
nos permiten nuestra autonomía. La primera y más importante es lograr
que las mujeres dejemos de ser invisibles para las grandes políticas de
Estado. No
es posible que ser mujer sea un lastre para alcanzar un puesto directivo en una
empresa, un empleo medio o de base, cuando estamos poblando las aulas
universitarias, cuando somos mayoría dentro de las facultades.
No es posible que ser mujer sea un obstáculo casi
insalvable para obtener crédito de la banca comercial. No es posible que el
alto rendimiento académico nuestro no nos sirva para acceder a puestos de
trabajo dignos.
El escenario mundial está montado a la espera
de gobiernos
que promuevan una transformación física y ética de la nación, pues de nada
sirve que recordemos otro ocho de marzo si las mujeres latinoamericanas
seguimos siendo asesinadas y los gobiernos, siguen ocultándonos tras la
indiferencia esta realidad, dejándonos un legado de desarrollo en
infraestructura en medio de la decadencia moral y países en bancarrotas.
Nueva York, 7 de marzo de 2013
Naciones Unidas, New
York del 4 al 15 de marzo de 2013
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