Por Pedro Payano-Safadit* pnpayano@aol.com
La mayoría de los analistas que conocemos, coinciden
con la interpretación de que la crisis del PRD es un diseño de Leonel
Fernández, para debilitarlo y así allanar el camino para ser elegido presidente
en las elecciones del 2016. ¿De qué medios se vale para lograrlo? El control
del poder electoral que le facilitó el famoso Pacto de las Corbatas Azules, con
Miguel Vargas Maldonado.
Ante una situación como ésta, ¿cuál es entonces el papel que debemos jugar las fuerzas progresistas? ¿Debemos cruzarnos de brazos porque supuestamente no es un asunto que nos compete? ¿Debemos frotarnos las manos pensando que con el descalabro del PRD nuestras filas crecerían? ¿Cómo dar una respuesta objetiva, si hemos mantenido la tesis de que el PRD ha sido tan culpable como el PLD del rumbo equivocado que lleva el país?
Ante una situación como ésta, ¿cuál es entonces el papel que debemos jugar las fuerzas progresistas? ¿Debemos cruzarnos de brazos porque supuestamente no es un asunto que nos compete? ¿Debemos frotarnos las manos pensando que con el descalabro del PRD nuestras filas crecerían? ¿Cómo dar una respuesta objetiva, si hemos mantenido la tesis de que el PRD ha sido tan culpable como el PLD del rumbo equivocado que lleva el país?
Lo primero a definir es, si este golpe bajo de Leonel
al PRD, es dirigido también a toda la oposición. ¡Por supuesto que sí! Usar el
poder para socavar a cualquier organización de la oposición, es un atentado
contra la democracia. Eso no lo podemos permitir. Si nos mostramos
indiferentes, estaremos sirviendo a los planes de Leonel para convertir al PLD
en el partido único, en los hechos.
Si hay alguna organización de la oposición que tiene
la esperanza de una división del PRD para fortalecerse, está soñando. Los que
crean que van a sacar ventajas de esta situación, no comprenden que el PRD, más
que un partido, representa un simbolismo y una identidad en la conciencia de
muchos de nuestros connacionales. Algunos podrán abandonarlo, pero la mayoría
de sus miembros no lo harán por un descontento con la cúpula partidaria o por
una de esas crisis periódicas, mucho menos, cuando es obvio que hay unas manos
desde el poder que están interviniendo para desarticular a ese partido.
Realmente, los que están soñando no tienen claridad del camino y, por ende, no
están seguros de sus convicciones.
Ahora bien, si las masas perredeístas decidieran
abandonar a su partido porque han tomado conciencia de que éste no le ha
cumplido con las promesas ofrecidas, ni con las expectativas esperadas y, que
por ende, ya no representa la “esperanza nacional”, lo más lógico es que formen
otra entidad o se integren a una existente que represente verdaderamente los
ideales duartianos. Es lo que le ha pasado a varios partidos hegemónicos
tradicionales, en algunos países sudamericanos, siendo reemplazados por nuevos
instrumentos políticos patrióticos. Por diversas razones históricas, esa
posibilidad todavía no está definida en la República Dominicana.
Ese es un tema que tendremos que tratar en otra
ocasión.
La situación actual del PRD no es un debate para
definir una corriente política-ideológica, sino una imposición desde el poder,
con la intención de debilitarlo y entretenerlo para que no pueda hacerle
oposición al PLD, ni tampoco pueda enfrentársele a Leonel en el 2016. Jamás
podríamos estar de acuerdo con una canallada política como esa.
Nuestra línea de principios es oponernos a la
intromisión del poder, en los asuntos privados de una organización política, en
este caso, el PRD, el partido mayoritario. Nuestro deber es defender el derecho
que tiene, a participar en el proceso político, sin ningún obstáculo. Las
diferencias que podamos tener con este partido no pueden ser en ningún momento
una excusa para voltear la cara, mientras desde el poder se conspira para
debilitar a la oposición.
Oponernos a la estrategia leonelista de entregarle el
PRD a Miguel Vargas Maldonado, violentando los reglamentos internos y obviando
la convención nacional, debe ser una de nuestras tareas de denuncias y rechazo,
ya que esto no puede definirse en el marco jurídico, sino en el político. De
ahí que, estamos dispuestos a hacer causa común con los que hoy son agredidos,
para que juntos detengamos las artimañas de dividir y vencer. Y si los
perredeístas estuvieran dispuestos en los hechos a contribuir con la
democratización del país, podríamos crear espacios y relaciones de confianza
que permitan en ese proceso conformar un acuerdo nacional, que identifique las
reivindicaciones prioritarias de la ciudadanía, para exigirlas a través del
diálogo, la movilización pacífica o la desobediencia civil. Hasta donde podamos
llegar juntos dependerá de la voluntad política y la visión de cada una de las
fuerzas integrantes.
Los que coincidimos con la tesis de que el PLD es un
partido corporativo que ha establecido una dictadura constitucional, debemos
unirnos para detenerlo y cambiar el estado de cosas. Eso requiere de madurez
política y una gran visión del país que queremos para vivir. Necesitamos parar
a Leonel, pero definiendo claro cómo lo haremos y con qué sustituiremos su
maquinaria de poder.
En esa dirección, necesitamos hoy más que nunca, la
construcción como proceso, de una coalición de la oposición a dos niveles: con
las que ahora coincidan con determinadas luchas reivindicativas, y con aquellas
que también están dispuestas, a partir del 2016, a establecer un nuevo
modelo de desarrollo en el país, poniendo al ser humano como centro: “primero
la gente”.
Una tarea que no puede postergarse, es llevar al seno
del pueblo una reflexión sobre las reformas a la ley electoral y la ley de
partido, y que a la vez, se comience, a manera de ensayo, a constituir la
representación ciudadana que creará las bases para la definición de una
constitución más democrática, inclusiva y participativa, a través de una
constituyente, una vez sean derrotados Leonel y sus aliados.
* El autor es educador y politólogo. 27 - 1-2013
Publicado por ¡Atrévete! en 1/30/2013
09:44:00 p.m.
Pedro Payano 978-509-4838 (M)
¡ATRÉVETE!
Proyecto Duartiano
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