Por Bonaparte Gautreaux Piñeyro
Manuel Ramón García Germán y yo éramos los encargados
de la seguridad de Juan Bosch desde su regreso de Europa, en 1970. García
y yo estábamos de servicio permanentemente. Fue entonces cuando se intentó
camuflar a Bosch con una peluca que no pudo usar debido a la
crecida circunferencia de la testa.
Sólo la lealtad de personas como Bienvenido Corominas
Pepín, Ramón Vila Piola, Carlitos Ascuasiáti, José Joaquín Puello, José Delio
Guzmán padre y otros amigos, permitió que Bosch durmiera uno o dos días en casa
de cada uno de ellos, hasta que se enteró don Ernesto Vitienes, gran amigo de
Bosch, y le cedió el apartamento del segundo piso de la calle Cesar Nicolás
Penson, que entonces tenía el número 60
Todos sabíamos que estaba en Cuba Francisco Alberto
Caamaño Deñó, último militar que encabezó la resistencia a una invasión
norteamericana en América, Llegaban noticias sobre su entrenamiento con el fin
de realizar una expedición contra el gobierno de Joaquín Balaguer, impuesto por
el imperialismo.
Los acontecimientos de finales de 1972 permitían
pensar que en cualquier momento podían llegar Caamaño y sus hombres. Las
noticias, consejas, mentiras y comentarios llenos de falsedades, corrían de
manera subterránea entre quienes teníamos que estar informados.
El sábado 2 de febrero García Germán llevó a Federico
Lalane José, éste le informó a Bosch que Caamaño estaba en el país. Bosch negó que
Caamaño estuviera en el país con una serie de argumentos vacuos.
Esa misma mañana, Bosch me mandó a informar la
presencia de Caamaño, interrumpí a García y comenté: pues ahora si nos jodimos
tú y yo. Nadie creerá que no sabíamos el día que Francis llegaría
La madrugada del 3 de febrero tomé el teléfono al
primer timbrazo. La voz identificaba a la persona: me dijo: el Coronel Caamaño
desembarcó por Azua con 8 hombres, para que lo informe Se trataba de uno de los
altos oficiales que participaba con el Presidente Balaguer en la reunión que se
celebraba en ese momento en el Palacio Nacional. .
Durante los 14 días siguientes Bosch no sólo negó la
presencia de Caamaño y su grupo en el país sino que engaño al pueblo con un
cuento triste y malsano que incluye su supuesta “clandestinidad”. Su acuerdo
con Balaguer era constante y de lazos fuertes que usó su credibilidad para
engañar al pueblo.
Durante su “clandestinidad” los agentes de Balaguer
anillaban los sitios donde se movía Bosch para protegerlo. Aún viven muchos de
esos agentes que protegieron a Bosch durante su “clandestinidad” en la cual
cogió de pendejos a un grupo de hombres que no merecía ese otro engaño, pero de
eso hablaremos otro día.
Esto, a propósito de los 40 años del asesinato de
Francis.
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