Por JUAN T H
Las declaraciones del ex presidente Hipólito Mejía
mientras depositaba una ofrenda florar en la tumba de líder histórico del PRD,
José Francisco Peña Gómez, a propósito del 77 aniversario de su natalicio, han
causado escepticismo en el país, principalmente entre los militantes y
simpatizantes de esa organización.
Todo el que lo conoce sabe que Hipólito es un dirigente
sin pose, que dice lo que piensa aunque “políticamente no le convenga”, lo cual
le ha provocado más de un problema. Pero, como he dicho en otras ocasiones, es
preferible un hombre franco, abierto, sincero, ante un simulador y demagogo,
impostor, que dice “lo que conviene” aunque sea mentira.
Hipólito no está obsesionado con la presidencia de la
República. (Ya lo fue) No anda atrás ella como algo de vida o muerte. Ha sido
así siempre: Con 24 años fue director del Instituto Nacional del Tabaco, cargo
que no buscó y del que salió sin pena. El presidente Antonio Guzmán lo designó
secretario de Agricultura sin haberlo cabildeado. En tres ocasiones le presentó
renuncia. Peña Gómez le pidió la candidatura vicepresidencial para colocar a
Fernando Álvarez Bogart y la cedió para irse a Santiago como candidato a
senador sabiendo que no tenía posibilidad de ganar. Le han pedido muchas veces
que sea presidente del PRD y no acepta.
Hace cerca de un mes, en su casa, me dijo lo que hace
días repitió en el cementerio ante la tumba de Peña Gómez. Está interesado en
rescatar al PRD de sus secuestradores de Miguel Vargas y el gobierno del PLD.
Cree en la formación de un frente político opositor amplio y democrático para
enfrentar al PLD que ha logrado el control de los poderes del Estado, incluso
los poderes fácticos, y que está dispuesto a continuar utilizando los recursos públicos
para mantenerse en el Hipólito quiere ser un catalizador de los intereses del
pueblo dominicano, colocando el interés nacional sobre el interés propio, lo
que marca una diferencia abismal con su archienemigo Miguel Vargas que busca la
candidatura presidencial como si fuera un alimento indispensable para vivir.
Para Hipólito primero está la democracia, la libertad
y la justicia social, es decir, el país, luego está el PRD y finalmente sus
aspiraciones legítimas, lo cual también está supeditado a la decisión franca y
abierta de las mayorías.
Hipólito no está obsesionado con la candidatura
presidencial. Si las circunstancias determinan que sea candidato, lo será, pero
jamás a la fuerza, ni pisoteando el derecho de los demás.
El pueblo debe estar seguro de que, si el candidato
presidencial resultara otra persona, hombre o mujer, la apoyaría de manera
entusiasta, sin resquemor. ¡Qué a nadie le quepa duda!
Ningún líder político se descarta, mucho menos cuando
ha sido presidente del país con experiencia acumulada por décadas. Hipólito es
una reserva política y moral importante en estos momentos. ¡Descartarlo sería
una estupidez!
Lo que procede, no es discutir quién será el
candidato. Es extemporáneo, como bien lo dijo Hipólito. Lo que procede es
aglutinar a todos los dominicanos de buena voluntad para sacar del poder al
PLD. Todo lo demás es secundario y circunstancial. Insisto. El tiempo dirá. El
desarrollo de los acontecimientos darán Unir a los perredeístas en el PRD
Mayoritario o Peñagomista mientras se crea la Convergencia por un Mejor País,
sobre bases programáticas, es la tarea del momento. Las candidaturas vendrán
luego.
Será en la Convergencia integrada por los partidos
políticos y de la sociedad civil donde se escogerán los mejores hombres y mujeres
para ser presentados al país como candidatos a senadores, diputados, alcaldes,
regidores, vicepresidente y presidente de la nación.
Ese propósito de unidad y cambio está por encima de
cualquier candidatura. Y quién mejor lo comprende es precisamente Hipólito
Mejía, porque sabe que el todo (el país) es más importante que cualquiera de
sus partes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario