ATISBANDO
Artículo de Bonaparte Gautreaux Piñeyro
para el jueves 6 de marzo del 2014.
Por Bonaparte Gautreaux
Piñeyro
Deja dicho que la Armada Dominicana
(Marina de Guerra) ha sido certificada por Estados Unidos. El Jefe del Comando
Sur de los Estados Unidos dijo en la Cámara de Representantes (Diputados)
del Congreso Norteamericano, que nuestro país “es un socio importante en
la contención de los flujos migratorios y que las autoridades dominicanas
trabajan con gran tesón para encontrar una solución al tema delos
aproximadamente 200 mil haitianos que residen allá”
Hay que recordar que Estados Unidos fue
creado a partir del asesinato de millones de aborígenes (indios) y mantenido
por millones de inmigrantes que han acudido a esa tierra de promisión en busca
del bienestar, la justicia y la libertad, resumidos en “el sueño americano”
Ese sueño americano es posible mientras
se mantiene todo tipo de restricciones para la migración, se regula
el flujo de inmigrantes y se continúa explotando inmisericordemente la mano de
obra cuasi esclava por la que tanto luchó César Chávez.
Oh America infeliz que sólo reconoces tus
grandes hombres cuando son tus grandes muertos, ese es el espíritu de la frase
de Henríquez y Carvajal que podría tener como colofón una de dos: a) es mejor
juzgar las acciones de los hombres después que pasan a mejor vida; b) los
muertos ya no yerran.
El general norteamericano que reconoció
la colaboración de la Armada nacional está claro en que la vigilancia de la
marina de guerra dominicana para evitar que los haitianos lleguen a Puerto
Rico, por vía marítima partiendo de aquí, excede la capacidad del cuerpo armado
nuestro.
Como buen guardia, el general John Kelly
minimiza el problema nacional y lo reduce a 200 mil haitianos ilegales,
obviamente el Jefe del Comando Sur es sobresaliente en estadísticas ¿200
mil haitianos, nada más? Quizá se refirió a lo que ahora llaman, “el gran Santo
Domingo”.
Para el general y para el gobierno
norteamericano es bueno que los dominicanos les atajemos los ilegales para que
no lleguen a Estados Unidos pero no les importa que nos llenemos de haitianos.
El gobierno dominicano no se ha ocupado,
NUNCA, de cuantificar cuántas horas-hombre, cuántos pertrechos, cuánto
combustible, cuánto desgaste de vehículos, cuántas horas de tensión y de
peligro corren nuestros soldados, marinos y pilotos, para guardar la frontera
norteamericana y encima de ello, soportar los desplantes de funcionarios del
Departamento de Estado, que sólo se asolean en vacaciones, quienes nos acusan
de que por aquí pasan las drogas y se atreven a certificarnos pero ¿Quién los
certifica a ellos, los más grandes consumidores de drogas de la historia? ¿Y
los abusos contra los ilegales, quién los ve?
Artículo de Bonaparte Gautreaux Piñeyro para el sábado 8 de marzo del 2014.ATISBANDO
Las sogas se rompen. Por Bonaparte Gautreaux Piñeyro
Este gobierno tiene como misión complacer
a los que tienen algo que perder, sacar dinero del bolsillo de la clase media y
clase baja, en beneficio de la administración y usar la guardia y la
policía para que respalde sus abusos.
Por si alguien tenía dudas sobre esa
misión, observe lo que hace el Ministerio de Obras Públicas: multar, de una y
otra forma el bolsillo de los contribuyentes con una y otra disposición de
cobro o aumento de cobro de pesajes.
No es solo por la vía de Obras Públicas
que se esquilma a la sociedad. Si observamos algunas acciones de MINOP vemos
cosas tan interesantes como lo ocurrido con la revista de vehículos.
A un genio se le ocurre que todo
vehículo de motor debe ser revisado y pagar el impuesto correspondiente, para
una fecha que obligó a nadie sabe cuántos miles de ciudadanos, a sufrir el
tormento de interminables filas de contribuyentes, cuyos vehículos eran
revisados por dos o tres funcionarios del MINOP.
Mi primo Tirso Gautreau Ibarra vivió en
Nueva York sus últimos 50 años veía, alarmado, cómo transitaban carros públicos
que “no tenían cristal delantero, en su lugar había un plástico transparente,
las puertas aseguradas con trozos de varillas de construcción doblados
convenientemente en U, los faroles delanteros y traseros huecos que carecían de
bombillas, no tenían, por supuesto, luces intermitentes ni luces direccionales,
lo único intacto era un letrero de Taxi, que coronaba la cabina.
Esos Taxis, que transportan gran cantidad
de pasajeros sin que se haya inspeccionado si poseen, por lo menos,
frenos adecuados, no se tomaron el trabajo de acudir a la inspección para ser
dotados de la revista de vehículos.
Eso forma parte del relajo nacional que
auspicia el gobierno y que le interesa mantener para aumentar la clientela y
obtener ganancias para los funcionarios, cuando se compran centenares de
vehículos para prácticamente donárselos a choferes del partido en el poder.
Ahora se inventan otra: aumentar también
el costo del peaje de entrada y salida de Santo en un 330 por ciento, de 30 a
100 pesos ida y vuelta.
En Brasil, para citar un ejemplo, se armó
la del diablo cuando se propuso un aumento al pasaje urbano, aquí, felizmente,
no pasa nada de eso.
La inyección de tranquilina surte su
efecto, eso es lo que me preocupa. Un día de estos no habrá fuerza que contenga
la ira popular ante tantas mentiras y abusos de un gobierno que dice que el
país va bien, que la economía nacional es sólida. El gobierno juega con las
estadísticas y los números para engañarnos, mientras, esa supuesta mejoría se
basa en déficits acumulados y préstamos sobre préstamos hasta que se rompa la
soga.
Bonaparte Gautreaux P.
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