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¿Cambios para impedir el cambio?‏

EN PLURAL 

Por Yvelisse Prats Ramírez De Pérez
Que me perdonen mis lectores, y que comprenda el editor que vela por la secuencia de lo que se publica en el Listín.
Incumplo el compromiso de concluir el “Abordaje al reto educativo” esta semana; no puedo hacerlo. Y les cuento En Plural por qué.
Igual que un gran sismo trastorna la cotidianidad del conjunto humano que lo sufre, sacude mis reflexiones teóricas sobre la educación, un hecho que afecta el constructo entero del sistema educativo dominicano, en su vertiente de la gestión.
La Orden Departamental No. 11-2013 atañe a la propia armazón que da carácter de SISTEMA a la educación, en la modalidad formal regida por el Estado y normada por la Ley 66-97.
Toda la estructura gerencial del Ministerio ha sido trastocada en este “edicto”, que crea una situación insólita. Mujer de retos, dejo de mirar las estrellas vislumbrando posibles cambios educativos, y me enfrento a la realidad: el Señor Ministro de Educación entiende esos “cambios” como trasiego de funcionarios de un cargo a otro. Quizás, leyó el Gato Pardo, y cambia algo para que nada cambie.
Las remociones, repito, abarcan a TODOS los Directores Regionales y a TODOS los Directores de Distrito y no tienen antecedentes en la historia de nuestra educación republicana.
Ni siquiera, las “Órdenes Administrativas en la Primera Intervención Americana arrasaron de tal modo los funcionarios educativos de la época.
La acción es tanto más incomprensible, porque se toma en un gobierno que tiene el mismo signo partidario que dos anteriores, y cuyo presidente es prudente, muy prudente en cuanto a “tirar piedras hacia atrás”.
Porque estas remociones masivas pueden parecer un “pau-pau” público y manifiesto a exministros educadores peledeístas, a quienes, con mis contradicciones políticas aparte, reconozco currículos bien afincados en estudios pedagógicos y extensas experiencias docentes: Ligia Amada, Alejandrina, Melanio y Josefina.
Acudo, para ripostar a los que presentan este hecho como “normal”  a la memoria histórica, a mi propia memoria.
Cuando un nuevo Ministro o Ministra llega a la cartera de Educación, que es singular, compleja y requiere en el manejo de sus asuntos experticios, delicadeza y tacto, aunque también rigor en aplicar la ley, remueve, es cierto, yo también lo hice, ALGUNOS funcionarios, más bien en la sede central.
Primero, los puestos llamados “de confianza”, y luego, con tiento, algunas Direcciones Generales, respetando la antigüedad y desempeño y asegurando al que se va en un retiro decente. Rara vez se cambian de inmediato, o casi -el actual señor Ministro lleva escasos meses en el cargo- a los funcionarios locales: nunca en colectivo.
Esos Directores regionales y de Distrito son los verdaderos gestores responsables de que la educación fluya, desde el edificio de la Máximo Gómez, penetrando en las escuelas diseminadas entre lomas y valles, y en los barrios de las ciudades. Son ellos, los funcionarios locales, los que dan sentido nacional al esfuerzo educativo que no puede quedarse en las proclamaciones retóricas de un Ministro o en los volúmenes conteniendo planes y programas archivados.
Estos casi 200 gerentes locales hoy removidos de sus puestos, destituidos, degradados o trasladados a puestos-botellas, fueron responsables durante años de la distribución geográfica escasa, pero indispensable, de ese metafórico “pan de la enseñanza” que llega a las aulas a través de los canales administrativos locales.
Quiero identificarlos, necesito saber las vías y los métodos con que ingresaron a sus puestos, de los cuales ahora se les despoja, avergonzándolos.
Y como llegan otros a sustituirlos, y solo leo nombres sin referencias en la Orden Departamental interminable, demando conocer los criterios que primaron en sus nombramientos, cuáles son sus méritos profesionales.
Los “cambios” son tan abarcantes, tan drásticos, tan obviamente categóricos, que tienen que explicarse: informar cuáles malas acciones cometieron, cómo las hicieron coincidir al unísono, como si se pusieran de acuerdo entre todos, desde Samaná hasta Pedernales.
Sería saludable que el señor Ministro aclarara además, si se cumplió con ellos el protocolo establecido aplicando en su momentos sanciones menos drásticas,  o si el rayo cayó de improviso, violando el derecho a defenderse de los afectados.
Un caso hay, cuya única explicación sería el desagravio: Argentina Henríquez, povediana, entra y sale de donde sea, inmaculada.
Sobre los reales motivos de este descabezamiento colectivo, privilegio dos hipótesis:
¿La disputa por el control del poder hacia lo interno del PLD? ¿O la mano maestra del neoliberalismo, que acecha y a veces asesora la gestión educativa, es la que mueve este “lleva y trae” de directivos insertando profesionales acríticos y neutros para impedir que cuaje en el Pacto Educativo un modelo de educación distinta, incluyente, democrática?
Si, como creo son ambas las razones, pido compañía en el enojo y el rechazo.

¿Cambios para impedir el cambio?‏

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