Por
JUAN T H
Cuando un pueblo decide
tomar las calles es porque se ha cansado de que abusen de él; es porque ya está
harto de promesas y de mentiras, es porque ha tomado conciencia de su poder
para hacerse respetar. Tomar las calles no significa ser carne de cañón de
nadie en particular.
Los dirigentes de los
partidos, altamente desacreditados en su mayoría, no creen en la gente más que para acudan a las urnas cada cuatro años donde,
a través del paternalismo y el clientelismo, logran comprar su voluntad,
legitimando así su permanencia en los cargos públicos para continuar robándose
el dinero del Estado, que es dinero del pueblo pobre y explotado.
La corrupción
ha sido motivo de lucha desde siempre; desde antes de surgir el Imperio Romano.
Sodoma y Gomorra es la historia del desenfreno moral, de la desaparición de los
valores sociales. Por eso su destrucción. Nada dura siempre, solo el llanto,
decía el poeta.
Los niveles
de corrupción en nuestro país superan los de Brasil, donde millones de personas
han tomado las calles para exigir que los ladrones terminen en la cárcel,
independientemente de que su presidenta ha sometido a la justicia a muchos de
sus compañeros de partido. ¡No más burlas al pueblo.
En España la
gente ha tomado las calles y el gobierno del Partido Popular se tambalea
empujado por las fuerzas opositoras encabezadas por el Partido Socialista
Obrero Español. En muchos otros países la gente se empodera poniendo y quitando
gobiernos. Los indignados crecen como la verdolaga.
Han sido las
masas, empoderadas de su fuerza, conscientes de su situación material y
espiritual, las que han producido las revoluciones y los cambios sociales en
todo el mundo. Fueron los esclavos quienes terminaron con el esclavismo. Fueron
los campesinos quienes lucharon contra el feudalismo. Y han sido los obreros y
los campesinos, unidos a los demás sectores productivos, quienes han enfrentado
por siglos, al capitalismo que ahora la iglesia llama “salvaje”.
En nuestro
país la corrupción no tiene límites ni fronteras. En una ocasión el presidente
Balaguer dijo que la corrupción se detenía en la puerta de su despacho. Hace
años que la corrupción parece no detenerse en la puerta de ningún despacho. Ese
mismo Balaguer dijo luego que descubría un corrupto todos los días, pero no lo
enviaba a la justicia. Ese personaje nefasto justificó la corrupción diciendo
que era el resultado del progreso. Balaguer ha sido la escuela de quienes nos
gobiernan hoy. Solo que los alumnos superaron con creces al maestro. No ha sido
Bosch el maestro, ha sido Balaguer.
Con el
control absoluto de los poderes del Estado, incluyendo los fácticos, el PLD es
la fuerza política y económica más poderosa del país. Ningún grupo económico
tradicional, fortalecido al amparo del Estado durante 200 años, logró acumular
más dinero y poder que la Corporación Leonel- PLD. (Esos grupos económicos hoy
son sus socios) El sistema de partidos ha sido destruido. La última embestida
fue contra el PRD a través de su presidente de facto Miguel Vargas Maldonado.
En estos momentos el PLD parece indestructible.
No existe una
fuerza política que pueda organizar y canalizar la lucha contra de la
corrupción. Hasta los dirigentes de los sindicatos de choferes del transporte
público han sido corrompidos con subsidios de combustibles, exoneraciones, etc.
El panorama parece triste y desolador. La fe parece perdida. El PLD es un
monstruo de muchas cabezas. Solo las masas, en las calles, pueden derribar ese
monstruo aunque tenga que pagar un alto precio en sangre.
trincheras de ideas valen mas que trincheras de piedras dijo un sabio Jose Martí
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