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"En la encrucijada"

Bonaparte Gautreaux Piñeyro, el autor

Por Bonaparte Gautreaux Piñeyro
La Política estudia el arte de gobernar. Si el gobierno  es dictatorial, abusará de los mecanismos del poder contra los gobernados. Si se trata de un gobierno democrático respetar las leyes, la libertad de los jueces y buscará el consenso en las materias donde existan diferencias, a fin de que se respete la regla de oro que dice que se debe acatar la voluntad de la mayoría y respetar los derechos de la minoría.
No es complicado. Es tener la conciencia de que el respeto al derecho ajeno es la paz y que el derecho surge de la voluntad de convivencia de las personas que deciden formar una nación, una sociedad, un grupo, una empresa, expresada en constituciones, leyes y estatutos.
Quienes actúan en la política democrática saben que deben acogerse a las prácticas propias del sistema que siempre privilegiará y será dirigida por la mayoría expresada voluntaria y con entera y absoluta libertad.

Nadie elige autoridades, en un país o en un partido,  para que luego tuerzan el rumbo y dirijan los asuntos públicos o privados con actuaciones fuera de lo establecido por constituciones, leyes y estatutos.
Un partido político es un grupo constituido por personas que ingresan voluntariamente a la organización, con fines muy claros y propósitos  bien definidos. Todo partido político se constituye para trabajar, luchar, actuar en la búsqueda del poder.
Para que un partido pueda acceder al poder, en una democracia, debe jugar dentro de las reglas de terreno. Básicamente hay dos terrenos donde juegan los partidos: en el plano interno, en la selección de los dirigentes que lo conduzcan y en el plano nacional en las elecciones para escoger las autoridades que rijan el país.
Si los dirigentes de un partido carecen de espíritu democrático, toman un embudo y miran por el lado ancho del mismo, su visión conducirá al grupo al despeñadero.   
El Partido Revolucionario Dominicano de hoy está en una encrucijada interesante. Por un lado hay quienes quieren mantener la institución como bastión de la libertad, para lo cual reclaman de prácticas democráticas que le permitan cumplir su rol en la sociedad dominicana.
Por el otro hay quienes anteponen sus ambiciones a la solución de un conflicto donde lo único que se requiere es un acuerdo interno  para que se escoja, sin injerencias, el camino de la institucionalidad y se agoten los procedimientos normales.
Es, imperativa pues, la celebración de una convención nacional organizada conforme a los estatutos y llevada a cabo con absoluta transparencia, a fin de que sean elegidos los dirigentes de todos los niveles y poder participar unido con todas sus fuerzas en las elecciones del 2016.

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