Rafael Peralta Romero, el autor
En los crucigramas, lo contrario de
vertical es horizontal. La horizontalidad le da a las cosas y a los entes vivos una
inevitable apariencia de muerte,
de inercia. Pero no hay que ir tan lejos. En la política es diferente, lo
contrario de vertical es pendular, en este caso los seres y las cosas al
menos se mueven.
El poeta Tomás Castro me ha hecho
ver que la sociedad dominicana se compone de hombres pendulares y hombres verticales. Para
mí que el presidente Juan Bosch constituyó un buen ejemplo de hombre vertical.
Más, no así quienes en su nombre tornan, viran, retuercen y alaban al extinto líder de la boca
hacia fuera.
Hay otros hombres que se yerguen por
encima del cieno de nuestra política, pero citaré solo uno: Emmanuel Esquea
Guerrero. Es lo más
parecido a Juan Bosch que
se avizora en el panorama, no por su pelo blanco ni por su origen vegano, sino
por la firmeza de sus convicciones, llevadas hasta el defecto.
Quien adverse políticamente al doctor Esquea queda autorizado a echarle en
cara su principal falla: es un hombre
vertical. Lo vertical tiene
la dirección de una plomada, es esencialmente recto. Los políticos dominicanos,
con su práctica, demuestran preferencia por el “depende” “vamos a ver”. Los
hombres verticales les obstruyen sus fines.









