Por JUAN BOLIVAR DIAZ
El doctor Leonel Fernández hace un “strip
tease” para desnudar su doctrina política fundada en el clientelismo y la
corrupción, que si bien es milenaria, ha sido condenada y sancionada en la
democracia y la sociedad del conocimiento.
El expresidente de la República Leonel
Fernández incurrió en un impúdico “strip tease” desnudando la concepción del
poder que puso en vigencia en sus tres períodos de gobierno, fundada en el
reparto del patrimonio público y en las dádivas que degradan la dignidad humana
y mantienen la subordinación de las masas.
Sin duda que Fernández no creó esa
doctrina, tan antigua como la humanidad, pero proscrita, condenada y sancionada
por la democracia en la era de la información y la sociedad del conocimiento, y
cuyo rechazo fue fundamento de su Partido de la Liberación Dominicana y su
líder el profesor Juan Bosch.
La confesión del líder Leonel
El artículo “El poder y el liderazg Entre
puestos y sobrecitos”, publicado por el doctor Leonel Fernández el lunes 10 en
el Listín Diario, es una confesión, casi una autoincriminación, de la
concepción política en que el autor ha fundado su liderazgo nacional, sin que
deba restársele méritos a su carisma y condiciones intelectuales.
Tras un rápido repaso a los teóricos del
poder y el liderazgo, desde Platón y Aristóteles, pasando por Maquiavelo y
Weber hasta llegar al dominicano Leonte Brea, Fernández refiere dos ejemplos
específicos, para concluir en que, aparte de ideología y de conciencia, el
poder “hace referencia a otros dos factores: al poder de coacción o represión y
al poder compensatorio, que es la capacidad para dar o distribuir”.
El primer ejemplo es el poder que
confirió al dirigente reformista Modesto Guzmán, al designarlo director del
Instituto Postal Dominicano en 1996, “cargo en que vivía como en el paraíso”,
pese a ser una pequeña entidad estatal, cuyo presupuesto apenas alcanza para
pagar personal. Pero el expresidente pondera que le otorgó un gran poder ante
sus compatriotas y hasta en la casa del caudillo Balaguer porque “podía nombrar
algunos compatriotas, repartir de vez en cuando, algún dinerito, y satisfacer
algunas de sus necesidades más urgentes”. Leonel Fernández sabía que el
sueldito de Modesto era bien modesto y no le alcanzaba para repartir, lo que
implica sustracción.
El segundo ejemplo fue la distribución de
sobrecitos, con dinero, en una de sus jornadas de cajitas navideñas en Dajabón.
Cuando su chofer le señaló cómo las multitudes seguían al repartidor
“convertido de repente en un gran líder”, el mandatario dispuso que encargaran
el reparto a otro para demostrar cómo hacia éste se movería “la eufórica
muchedumbre”. Pondera aquellos momentos de grandes experiencias junto al
pueblo”. Y agrega que en ambos ejemplos “se pone de relieve una gran enseñanza
de las ciencias políticas acerca del liderazgo y la teoría del poder”.
Bonos acumulados de Leonel
La experiencia de Medina debe hacerle
consciente que, contrario a lo que algunos creen, Leonel tiene suficientes
bonos acumulados para no subestimar sus posibilidades de alzarse con la
candidatura presidencial, y dada la crisis de los partidos opositores, volver a
repartir puestos y sobrecitos. Aunque no hay dudas que pasa por una coyuntura
bien difícil.
Es que el exmandatario montó una inmensa
pirámide de bonos para prolongar su liderazgo político, al viejo estilo de los
caudillos dominicanos, como su nuevo maestro inspirador, Joaquín Balaguer,
modelo de político que supo erigir un pedestal para reinar durante más de
cuatro décadas, y hasta postularse a la presidencia ciego y a los 94 años.
El doctor Fernández comenzó a gobernar en
1996 con fidelidad a los postulados originales de su partido y de su líder
fundador, pero a mitad de período empezó su Programa de Empleo (PEME) que
defendió bajo el postulado de que “prefería pagar a pegar”, las nominillas de
su segundo período las justificó en “que si no repartimos se cae el Gobierno” y
en el 2011 dijo en Nueva York que, liberado de la tutela del FMI, invertiría 40
mil millones de pesos para garantizar el triunfo del PLD el año siguiente. E
invirtió como 80 mil entre enero y mayo, y otros tantos en los tres meses de
transición con cargo al 2016.
La concepción del poder de Fernández
descansa en un inmenso entramad más de dos millones de tarjetas, en diversos
“programas sociales” la mayoría con montos que sólo sirven para mantener la
pobreza, degradando y subordinando a las más ignorantes que agradecen esas
migajas. En las clases medias invirtió cientos de miles de empleos sobre
remunerados, miles de pensiones privilegiadas y de becas en el exterior. Y se
entendió con sectores de poder económico y políticos a los cuales complació.
Dio curso a un rentismo que alentó nuevos capitales. A los aliados políticos y
figuras intocables de su partido les entregó parcelas de poder para que las
administraran como el Inposdom (Modesto lleva 13 años ahí), la Cancillería, el
Banco de la Vivienda, Bienes Nacionales, Inespre, Migración, Consejo de
Frontera, Lotería Nacional, Desarrollo de la Comunidad, el IDSS,
Superintendencia de Seguros, ministerios y otras.
La respuesta de Danilo
La respuesta pública de Danilo se produjo
el jueves, cuando dijo que no busca hacerse líder, que no intentará reelegirse
y que “lo que estoy buscando es elevar las condiciones de vida de nuestro
pueblo. Y lo único que busco como recompensa es que cuando vuelva y me
convierta en un ciudadano ordinario, cuando cruce por las calles, la gente me
diga gracias Danilo porque en su gobierno yo elevé mis condiciones de vida”.
El artículo de Fernández provocó el
público rechazo del Presidente a la degradación de los repartos, y se dice que
la respuesta privada sería alentar precandidatos que compiten por la nominación
presidencial del PLD para el 2016, como el secretario general y presidente del
Senado Reinaldo Pared, por demás hermano del ministro de las Fuerzas Armadas y
asistente clave del actual mandatario, quien esta semana lanzará formalmente su
proyecto.
No sólo en esta respuesta, sino en su
gestión, el presidente Medina ha tomado distancia de la doctrina del poder y
corruptiva de Leonel, lo que explica en parte la alta aprobación que sigue
teniendo. Pero no ha intentado desmontar la pirámide clientelista, temeroso de
afectar intereses y alentar enemigos internos y entre sus aliados políticos.
La ley de partidos
Es obvio que Medina lleva sobre la
cabeza, sin sustituirlos, a funcionarios como el director de Migración, José
Ricardo Taveras, a quien le han bajado el protagonismo y de otros que le
enmendaron sus planteamientos sobre la desnacionalización, o del embajador en
España, César Medina, quien hasta le ha formulado advertencias en sus columnas
periodísticas diarias.
Un ejemplo dramático es lo ocurrido con
el embajador ante el Vaticano, Víctor Grimaldi, y sus dos graves traspiés
diplomáticos, cuando envió y publicó una carta al Papa, denunciando una
“conspiración” del embajador de Estados Unidos ante el gobierno dominicano, y
luego con otra carta pública rechazando el llamado de atención privado que le
había hecho un vicecanciller. La respuesta oficial ha sido una desautorización
diciendo que sus “desafortunadas declaraciones” fueron a título personal y no
comprometen al gobierno. Pero no fue una “declaración”, sino una carta denuncia
enviada al jefe del Estado donde está acreditado, que en cualquier caso debió
cursarse al Gobierno dominicano. En términos diplomáticos la denuncia y
rebelión de Grimaldi amerita despido ipso facto, pero ese puesto es parte del
entramado intocable.
Una advertencia a Danilo
Por los recientes acontecimientos a lo
interior de su partido, donde ha perdido poder ante el altar del presidente
Danilo Medina, es obvio que Leonel disparó una advertencia al mandatario,
diciéndole que los liderazgos están directamente proporcionados a la capacidad
de distribuir “puestos y sobrecitos”. El metamensaje es que como Medina no podrá
reelegirse, como lo hizo él, su liderazgo puede ser efímero.
Fernández pudo haber incurrido en un
error costoso al ignorar el factor coercitivo del poder, que aludió, aunque el
mismo no fue suficiente para impedir que Medina alcanzara la candidatura presidencial
de su partido, como se intentó desde las posiciones de mayores repartos que
encabezaban los “ingenieros constitucionalistas” Félix Bautista y Díaz Rúa.
El artículo se inscribe en una larga
serie de errores tácticos a los que ha sido inducido Fernández por el machismo
político de sus financiadores, algunos disgustados porque los danilistas les
cortaron lucrativas contrataciones, el mayor de los cuales ha sido el inicio
demasiado prematuro de una campaña para el retorno en el 2016, apenas el Gobierno
cumplió su primer año, lo que ha incentivado luchas internas.
Aunque Leonel lo ha negado, los danilístas
le atribuyen responsabilidad en el escándalo internacional y crisis diplomática
derivada de la sentencia que desnacionaliza decenas de miles de dominicanos,
que ha consumido demasiado durante cinco meses, poniendo al Estado a la
defensiva en el mundo globalizado y dejándolo en riesgo de una vergonzosa
condena internacional por violación de derechos humanos.
El expresidente no necesitaba esa campaña
precipitada, que ha reactivado sus rechazos, ya que tiene ventajas de
liderazgo, posición de mando, deudas y lealtades en el PLD y de recursos
multimillonarios que sólo una frontal y decidida acción del presidente Medina
podría neutralizar, si apoyara contundentemente alguna opción o, menos viable,
intentando abrir camino a la reelección.
Hay quienes todavía esperan que el
Presidente desligue más claramente su gobierno de un clientelismo y rentismo
clientelares que los códigos democráticos condenan y persiguen como
malversación de fondos y tráfico de influencia, sobre todo en la sociedad del
conocimiento de la que tanto ha teorizado el doctor Fernández. Una forma de
comenzar podría ser que el Presidente aproveche su auge y promueva la
aprobación del proyecto de ley de partidos con sanciones al abuso del
patrimonio público en las actividades políticas.
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