Publicado el 30-1-2014 en periódico HOY
Por Bonaparte Gautreaux Piñeyro
La larga historia de impunidades que se
ha producido desde el comienzo de nuestra historia, la nuestra, la de la
República, es el origen de la falta de tradición que promueva, respalde y
aliente el Poder Judicial para que haya justicia.
Desde siempre los criminales criollos han
recibido el respaldo de políticos corrompidos, de guardias abusadores, la
complicidad de autoridades eclesiásticas, de personajes de la sociedad civil,
del alto comercio, de la cultura.
Así hemos sido, pero ¿debemos continuar
trillando ese camino de rosas para los maleantes y de espinas para la sociedad?
¿Cuál es el mensaje que se envía a la
juventud, por ejemplo, cuando un muchacho engreído atropella y deja abandonada
a la víctima, huye del teatro de los hechos y encuentra respaldo y solidaridad
en el seno de su familia que se esfuerza más allá de lo posible para que las
autoridades no descubran al victimario?
¿Cuál es el mensaje que se envía cuando
se saca del país a un joven drogadicto, con la abierta complicidad de jueces,
para que la sociedad no se entere de la falta del pariente quien quiera Dios
que sea rehabilitado en el lugar donde haya sido enviado?
¿Cuál es el mensaje que se envía a la
juventud cuando uno de sus cantantes, raperos, saltimbanquis que se presentan
en escenarios por donde el arte rehusó aposentarse debido a la vergüenza que
provocan movimientos, frases, insinuaciones, atropellos a la moral e insultos a
la inteligencia?
¿Qué piensan los jóvenes que nacieron,
vivieron, se criaron con algunos “matatanes” enganchados a políticos y de hoy a
mañana se mudan, compran o construyen viviendas palaciegas, se desplazan en
vehículos de lujo y bajan al barrio a exhibir los bienes adquiridos al vapor de
la corrupción, el tráfico de influencias, sin que haya ni siquiera una
investigación por el súbito enriquecimiento?
¿Qué piensan los jóvenes cuando escuchan
noticias o leen periódicos y se enteran de que un militar cualquiera tiene, usa
y exhibe relojes de más de 10 mil dólares, vehículos millonarios, mientras
militares de su rango malviven del sueldito?
/Cuál es el mensaje que reciben los
jóvenes cuando ven un funcionario de Aduanas o Impuestos Internos que viven
nada más que con su sueldo y otros funcionarios de esas mismas dependencias que
parecen haber encontrado una mina de oro que explotan con impunidad y
permisividad?
¿Y qué decir de militares y políticos
cómplices del robo de miles de millones de dólares, mucho de ese dinero
depositado en el extranjero y otro convertido en mansiones de lujo y toda la
parafernalia de los millonarios hechos al vapor?
¿Acaso los jueces de los tribunales
superiores piensan que la impunidad también los cubrirá para
siempre?
Este mal tiene más de cien
años ¿hasta cuándo lo permitiremos?
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