CON MIS OJOS
Por María Isabel Soldevila
El presidente Danilo Medina confesó esta
semana lo que todos sospechábamos: somos un país que se entretiene con el circo
y olvida sus verdaderos problemas por un poco de placer. El mandatario
agradeció a los beisbolistas por un Clásico Mundial que lo salvó de las
“piedras hacia atrás” que lanzaba una población irritada por la corrupción y el
aumento de impuestos. Es el cuento de nunca acabar. Irnos por las ramas es el
verdadero deporte nacional. Pan y circo, aunque casi siempre más circo que pan.
Si me dieran mil pesos por cada vez que
escuché esta semana disquisiciones sobre si el nuevo embajador de Estados
Unidos era el esposo o la “esposa”, creo que podría saldar mi hipoteca. Si me
pagaran por cada comentario sobre el color de piel del nuncio Okolo, podría
dejar de depender de un salario.
Mi deseo no es burlarme; da ganas de
llorar de vergüenza ajena cómo nos embobamos, atrapados por nuestros
prejuicios, mientras nos pasan por delante los más serios crímenes y delitos.
Me dio por recordar que hace un mes nos
levantamos con la sorpresa de que la compra de los ocho aviones Supertucano
encomendados por el entonces presidente Leonel Fernández a la compañía
brasileña Embraer estaba siendo investigada por el SEC de estados Unidos pues,
según una denuncia publicada por el Wall Street Journal, el coronel Carlos
Piccini, a la sazón director de proyectos especiales de las Fuerzas Armadas
dominicanas, habría sobornado a la empresa por US$3.4 millones. Aunque la
Procuraduría General de la República anunció una investigación, todavía no le
hemos visto la cara al excoronel, retirado ya a pesar de su juventud.
Cómo olvidar el caso del allanamiento
criminal ocurrido en Puerto Plata, en el residencial Mulata III, un suceso que
dejó al desnudo lo más putrefacto de la Policía Nacional, que en un
interrogatorio realizado por asuntos internos de ese organismo mostró cómo se
confabularon, robaron y abusaron quienes están llamados a defendernos. ¿En qué
quedó, por cierto, la persecución contra esos expolicías involucrados?
Sumida en mis remembranzas, vino a mi
mente aquel avión valorado en US$2.5 millones que fue “robado” en 2011 del
aeropuerto El Higüero y que luego apareció en Venezuela. ¿Qué habrá sido de ese
caso? ¿En qué quedaron las investigaciones?
Cosas de una que le da por pensar en
asuntos desagradables en un momento en que ya refresca y se acerca el sueldo
13, mientras pasamos la resaca de un Viernes Negro con denuncias de estafa y
falsificación de precios para magnificar supuestas rebajas en las redes
sociales.
No hay cambio posible sin memoria; no hay
futuro imaginable sin una ciudadanía que se deje tomar de boba y asuma el circo
y el pan como consuelo.
María Isabel Soldevila (maria.soldevila@listindiario.com)
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