ATISBANDO
Por Bonaparte Gautreaux Piñeyro
Una de las actividades
humanas mas deleznables es la de soplón, fisgón, rascabucheador, en
una palabra, el ejercicio que desarrolla una persona que se dedica a jugar a
las dos o tres caras que se requieren para cumplir con la tarea de traidores.
Hay, por supuesto, distintos
tipos de quintacolumnistas. Unos se aguachapan dentro de un gobierno,
otros se infiltran y amenazan la unidad de los partidos con sus propuestas
sibilinas llenas de ¨buenas intenciones¨.
Es el tipo de gente que está
con Dios y con el diablo, que se manejan como ángeles con posiciones hipócritas
que parecen estar cargadas de humildad, de buena fe, de proposiciones nobles,
pero ¡ay! cómo logran, en ocasiones, adormecer las buenas voluntades con sus
cantos de sirena y mediante el sonido de la flauta de los encantadores de
serpientes.
Caminan de una a otra capilla
proponiendo soluciones cargadas de mala fe y de falsedades, mientras lamen las
botas y los zapatos de todos aquellos que tienen algún poder de decisión,
limpiando los pisos con el pecho mientras babean en busca de aceptación.
La difícil tarea de calié, o
como se le llame a los traidores de dos caras, sólo puede ser llevada a cabo
por personajillos de baja calaña, capaces de actuar en la comedia de la vida en
busca de un papel decoroso.
Esos esfuerzos de los
traidores, son ejercidos a la sombra de las caretas con las cuales se cubren
para intentar engañar todo el tiempo a aquellos a quienes han logrado convencer
de sus ¨buenos¨ oficios.
Por eso son buenos
correveidile, buenos para emplear la palabra obsequiosa, el lenguaje de la
simulación, que sólo sirve para hacer daño.
Andan por ahí, en todos los
grupos, en todos los gremios, en donde quiera que pueden introducir la
maldición de la división. Andan en todos los partidos, sembrando cizaña,
cosechando pírricas victorias que sólo existen en sus mentes enfebrecidas y
dañinas.
Es interesante ver cómo ya no
se ocultan entre las sombras de la noche sino que participan en
entrevistas de televisión y radio, ofrecen declaraciones en ruedas de prensa e
intentan engañar a unos y otros con su verbo almibarado.
Hay que saberlos distinguir,
usan buenas palabras aunque persiguen fines indignos y, en ocasiones, logran
burlarse de gente seria, formal, decente, firme, con sus expresiones cargadas
de falsedades.
En los escenarios donde se
mueven intereses políticos, es donde con mayor frecuencia se produce el
surgimiento y mantenimiento de grupos de farsantes, cuya actuación debe ser
descubierta y denunciada mejor temprano que tarde.
Esos débiles de espíritu
profetas del desastre, cobardes viscerales hay que frenarlos ahora para
que no logren penetrar el Partido Revolucionario Moderno (y Mayoritario).
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