ATISBANDO
"Preocupa"
Por Bonaparte Gautreaux Piñeyro
Una ojeada superficial a la prensa de papel, digital,
escuchar radio, ver televisión, demuestran la difícil situación social que
vivimos.
Por un lado, unos pocos, poquísimos, que constituyen
el grupo de quienes viven a plenitud, sin problemas económicos, de salud o
apremios de algún género.
Preocupa la mayoría de ciudadanos que carece de todo:
casa, trabajo, salud, educación. Esa mayoría sólo tiene segura la inseguridad
de amanecer con hambre, sin posibilidad de acudir a un centro de salud donde
sea atendida debidamente, vivir en un lugar donde llueve adentro y escampa
afuera, mujer, hijos, nietos, todos arrinconados en cinco o 10 metros
cuadrados.
Preocupa que esa mayoría viva en lugares donde nunca
hubo otro estilo de vida que el impuesto por pandilleros, matasiete,
narcotraficantes, asaltantes, asesinos a sueldo quienes campean por su
irrespeto a toda ley, a toda orden, a todo principio ético.
Preocupa que esa mayoría no tenga agua corriente y
potable en sus casas, que el servicio de electricidad le sea prestado por un
vecino que trabajó una vez en la Corporación de Electricidad y ahora se dedica
a conectarse de cualquier alambre y uno no sabe si cobra o no cobra por sus
gestiones, dato que se pierde cuando el “electricista” o el beneficiario de sus
esfuerzos se electrocuta al abrir una nevera o al conectar un radio.
Preocupa que las niñas del barrio, tan hijas de sus
padres como las de usted, crezcan dentro de un ambiente donde la promiscuidad
que vive dentro de las cuatro paredes de sus casas, les enseñe, desde su
nacimiento, que de noche, cuando los niños duermen, los suspiros, la
respiración entrecortada, las caricias mudas que resuenan en el hogar, son el
único escape posible, que la única diversión y expansión de los mayores, es el
sexo que condena a la repetición de un ciclo de vida indeseable.
Preocupa que cada día más gente huya del campo a
engrosar los barrios periféricos, los barrios marginados, porque no tiene
ninguna posibilidad de conseguir vivir aunque precariamente, como “viven” en la
ciudad.
Preocupa cómo aumenta el porcentaje de jóvenes que ni
estudian ni trabajan, víctimas, muchos de ellos, de aquella sentencia maldita,
pero cierta, que reza: los vagos no inventan nada bueno.
Mientras eso ocurre, en el campo de la minoría, cada
vez más pequeña, más concentrada, la mayoría ve cómo vive la minoría mínima,
entre mansiones, aire acondicionado, automóviles de gran lujo salidos de las
películas de James Bond.
Preocupa que mientras tanto, mientras se prepara el
festín, la mayoría se queda oliendo donde guisan.
Hay gente de la mayoría ciega, sorda y engreída, que
piensa que los más están conformes. ¿Qué pasará el día que la mayoría
despierte? Preocupa eso.
Artículo de Bonaparte Gautreaux Piñeyro para el sábado 15 de marzo del 2014
ATISBANDO
"El país está maduro para una revolución"
Por Bonaparte Gautreaux Piñeyro
El país está maduro para una revolución. Un país
donde la impunidad premia a los ladrones con la no persecución, está maduro
para una revolución. Un país donde los contrabandistas son grandes señores,
está maduro para una revolución. Un país donde los evasores de impuestos son
premiados con exoneraciones, está maduro para una revolución. Un país
donde los traficantes de drogas se mezclan con políticos, policías y
militares, está maduro para una revolución. Un país donde no hay la más mínima
confianza en los tribunales, convertidos en templos de injusticia debido al
tráfico de influencias, la compraventa de sentencias, está maduro para una
revolución.
Cada vez que un nuevo rico hecho al vapor se desplaza
en un carro, de lujo, entra a un restaurante, de lujo, exhibe un reloj de oro,
de lujo, calza zapatos extranjeros, de lujo, viste ropas de confección
extranjera de marcas de renombre, de lujo, tiene anteojos de marca, de lujo,
irrita al pueblo que conoce la procedencia de los recursos empleados en ese
estilo de vida. Exhibir todo ese bienestar echa ácido del diablo a una
población que ve crecer la incertidumbre, el desempleo, la falta de servicio de
salud confiable, en una palabra, contribuye a madurar las condiciones para una
revolución. Es cierto, el país está maduro para una revolución.
El país necesita una revolución urgentemente. Esto no
se puede soportar, sólo una revolución lo reordena.
Pero ¿Qué falta para que se produzca la necesaria
revolución que reencamine el país por la ruta del respeto a la democracia, a
los derechos humanos y a la convivencia pacífica y ordenada? Faltan dos cosas
puesto que motivaciones sobran: falta un proceso de organización a fondo, que
toque todos los estratos de la sociedad, que remueva los cimientos se la
República hasta que no quede una sola puerta sin tocar, desde las grandes
mansiones hasta las chozas más pobres. Falta un plan.
Es curioso cómo, por largos períodos, los pueblos
parecen aceptar y estar conformes con la tachuela en el centro del zapato o un
calzado tan apretado que parece tener grilletes. La esperanza es que tanto va
el cántaro al agua hasta que se rompe.
Para que sea posible esa revolución necesaria, es
precisa la unión de la mayoría para exigir, demandar, imponer la voluntad
popular por la vía civilizada de la protesta masiva y sin descanso, un día sí y
el otro también, hasta que la ola de la masa logre imponer la razón y la
verdad.
El camino hacia lograr ese cambio fundamental lo
traza, ahora, Hipólito Mejía, con una conocida vocación democrática, soldado de
la libertad, con la reciedumbre moral necesaria para encabezar la revolución
contra la impunidad y la corrupción.
Artículo de Bonaparte Gautreaux Piñeyro para el 20 de marzo del 2014
ATISBANDO
"En la misma semana"
Por Bonaparte Gautreaux Piñeyro
La noticia de que la tumba de Juan Bosch fue
profanada y que los ladrones se llevaron una estatua simbolizando una gaviota
me interesó sobremanera. Esa gaviota que liga a mi padre, Julio Gautreau, con
Juan Bosch tiene su historia.
En la primera mitad de la década de 1930, Juan Bosch
es apresado bajo la acusación de que conspiraba contra el régimen tiránico de
Rafael Leonidas Trujillo Molina
El joven escritor es mantenido en prisión en la Torre
del Homenaje, situada en la Fortaleza Ozama, donde guardó prisión, siglos
atrás, el Almirante de la Mar Océana Don Cristóbal Colón, antes de ser
engrillado y remitido a España, acusado de la comisión de graves delitos.
A Juan Bosch y a mi padre, Julio Gautreau, los unió
una amistad de seis o siete décadas, iniciada cuando coincidieron en la cárcel
de la Torre del Homenaje, en la primera mitad de la década de 1930.
Bosch estaba preso por la intolerancia política de la
tiranía del trujillaje y papá porque vengó el asesinato de su padre al matar al
hombre que asesinó a su progenitor, Clodomiro Gautreau Rijo.
Nunca pregunté, ni a Juan Bosch ni a papá, cómo era
el régimen carcelario que permitía que presos políticos se mantuvieran junto a
presos comunes.
Papá me contaba que también fueron sus compañeros en
la prisión, Juan Isidro Jiménez Grullón, Francisco Augusto Lora, Ramón Vila
Piola y otros jóvenes de los que participaron en el complot contra Trujillo, a
inicios de la década de 1930.
Allí, en el Homenaje, como decía papá, vio llegar a
su cuñado Miguel Angel Roca, a quien Trujillo sacó de la Presidencia de la
Cámara de Diputados para la cárcel de la Torre del Homenaje bajo la
acusación de conspirar contra el régimen tiránico imperante
Al atardecer, un crepúsculo cualquiera, los
llamativos giros de una gaviota llamaban la atención de los presos. El ave
planeaba, caía, parecía suspendida en el aire, con movimientos
gráciles se elevaba y doblaba
mientras Bosch la observaba a través de una ventana de la Torre.
El joven poeta toma un trozo de papel y sobre su
inmaculado fondo escribe un título “Anhelos” y rasga un texto. Al terminar, le
pasa el papel a mi padre y le dice: Gautreau, ponle música a este poema. Así
nace la criolla conocida como “La Gaviota”
El robo de la estatua no es extraño en una sociedad
donde la inversión de los valores nos fuerza a considerar a las personas por el
“tanto tienes, tanto vales”.
Es curioso que en la misma semana que se roban la
estatua de la gaviota cercenaran la cabeza del busto de mi padre, en el parque
que lleva su nombre en El Seibo.
Artículo de Bonaparte Gautreaux Piñeyro para el sábado 22-3-2014
ATISBANDO
"La historia lo demuestra"
Por Bonaparte Gautreaux Piñeyro
Una simple lectura de la historia muestra, demuestra
y enseña que la unión hace la fuerza. Tal es así, las más de las acciones
exitosas son el fruto del esfuerzo común de personas, grupos, naciones
que unen sus voluntades para perseguir un fin común.
Son tantos los ejemplos de cómo la unión ha logrado
resultados exitosos que basta con tomar unos cuantos para ilustrar la
afirmación.
Ante las dificultades o imposibilidades temporales o
definitivas, hay que buscar, hablar, consensuar con quienes tienen los mismo
problemas y quieren, necesitan y están dispuestos a emprender las acciones
necesarias, sean cuales sean, para remover el obstáculo.
Basta con imitar la política de Juan Pablo Duarte,
ideólogo y Padre de la Patria, quien midió sus fuerzas, sus contactos, su
esfera de influencia y ante la necesidad de eliminar el yugo haitiano y lograr
la independencia, decidió unir fueras con los postulantes del nacimiento de un
país separado de Haití pero con un protectorado de alguna nación Europea
o de los Estados Unidos.
Fue preciso que Duarte y los Trinitarios se juntaran
con esos pescadores de canonjías para que avanzara el proyecto de
Independencia que iluminó el sol del 27 de Febrero de 1844.
Ante el hecho cumplido de la anexión a España se
unieron todos aquellos quienes decidieron olvidar rencillas, malos entendidos,
diferencias menores y unidos con una meta clara, universal y definitiva,
iniciaron la Guerra de la Restauración que consolidó de manera definitiva la
independencia nacional.
¿Y cómo se logró la victoria sobre las tropas
imperiales de la corona española? deponiendo intereses coyunturales y
persiguiendo metas claras y aceptadas por los convocados.
Esa misma unión de voluntades donde se deponen los
intereses personales o de grupos, fue la que logró la desocupación de las
tropas invasoras yanquis en 1924.
La desunión, las ambiciones desmedidas, las actitudes
de perdonavidas, la soberbia que se adquiere en el poder m cegó a Horacio
Vásquez y a muchos de sus seguidores más cercanos quienes, contra
viento mareas y en un lamentable ejercicio de insensatez, rompieron el hilo de
la historia y facilitaron la toma del poder a Trujillo y a un grupo de ambiciosos,
corruptos y sagaces colaboradores que se alzaron con el santo y la limosna,
durante 31 años.
Se requiere de una gran dosis de comprensión,
inteligencia, sagacidad, claridad de metas y un trabajo tesonero, inmancable,
permanente, sin sesteos, sin descansos, sin desvíos, puesto que no basta con
querer, hay que trabajar para tener éxito.
Lo que persigue La Convergencia es, precisamente,
unirnos a quienes entendemos que la nación está en camino de la consolidación
de una dictadura donde una bandada de cuervos intenta comerse la libertad, la
democracia, el respeto a los derechos humanos.
Bonaparte Gautreaux P.
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