El siguiente es un escrito elaborado por Claudio Caamaño Grullón, combatiente en la Revolución de Abril de 1965, sobreviviente de la Guerrilla de Caracoles y presidente de la Fundación Francisco Alberto Caamaño Deñó, como respuesta a la intención de desacreditar la autenticidad de los restos del coronel Caamaño por parte del Poder Ejecutivo, y la negativa de realizarle a Caamaño los honores que les corresponden. Así mismo explica a que responde esta situación.
Claudio Caamaño Grullón, el autor |
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El Poder Ejecutivo, el Imperio Norteamericano y los restos de Caamaño
Por Claudio Caamaño Grullón
Al sobrevivir a la guerrilla, sin
rendirme ni entregarme, me hice la promesa de que al regresar al país buscaría
los restos de mis compañeros caídos y asesinados, que habían sido sepultados en
fosas escondidas bajo estricto secreto político y militar en distintos puntos
de la Cordillera Central. Por más de siete años estuvimos buscando los restos
de mis compañeros, en especial los restos de quien fuera nuestro líder y
nuestro comandante, y en lo personal, mi mejor amigo y compañero de toda la
vida, Francisco Alberto Caamaño Deñó.
Con la ayuda de detectives privados, que
se infiltraron en las Fuerzas Armadas, pudimos recabar información que nos
permitió localizar el lugar donde fue asesinado y posteriormente sepultado
Caamaño, así como los nombres de los militares que participaron en su captura,
y los militares que cumplieron la orden de su asesinato. De esta manera
identificamos el militar que llevó a cabo la orden del desmembramiento, la
quema, y el enterramiento de sus restos ya mutilados, quien por una fuerte suma
de dinero nos narró los detalles de este horrendo proceso y nos señaló el lugar
del enterramiento, donde también estaban sepultados dos de mis compañeros,
Heberto Lalane José y Alfredo Pérez Vargas.
En el levantamiento de los restos
estuvieron presentes, entre muchos otros, el Secretario de las Fuerzas Armadas
Antonio Imbert Barreras, el Jefe de Estado Mayor del Ejército Nacional Tommy
Fernández Alarcón, y el antropólogo doctor Abelardo Jiménez Lambertus, director
del Museo de Historia Natural, este último se tomó más de seis horas para
rescatar los pocos huesos y fragmentos de Caamaño que quedaron luego de las
mutilaciones y el fuego a que fueron sometidos, y que se diferenciaban
perfectamente de los otros dos restos que no habían sido quemados ni mutilados.
Todo lo encontrado coincidió con la descripción que nos había dado el militar
que dirigió el enterramiento. Las Fuerzas Armadas se encargaron de custodiar la
tumba durante los varios días que duró el desenterramiento de los otros dos
compañeros.
Ya en Santo Domingo, los restos fueron
sometidos a un minucioso estudio antropológico y de laboratorio, llevado a cabo
por los antropólogos forenses más importantes de República Dominicana: Abelardo
Jiménez Lambertus, Renato Rimoli y Fernando Luna Calderón. Este estudio arrojo
como resultado que los restos rescatados eran totalmente compatibles con las
características de sexo, edad y estatura del héroe nacional Francisco Alberto
Caamaño Deñó. Concluidos los estudios, los restos fueron expuestos por nueve
días en la Iglesia La Paz, desde donde se trasladaron al Cementerio de la
Máximo Gómez, en lo que fue el entierro más multitudinario hasta ese momento en
la República Dominicana. Por más de 25 años estos restos estuvieron en este
cementerio, donde cada año recibían los honores de miles de dominicanos,
incluido el Congreso Nacional.
Cuando el Congreso Nacional aprobó la ley
que dispone el traslado de los restos de Caamaño al Panteón de la Patria, el
Poder Ejecutivo tuvo desde un principio la marcada intención de evitar esto y
desacreditar la autenticidad de los restos, no solo por el gran valor histórico
que poseen, sino también por el crimen de guerra que constituyen. Estos restos
son una evidencia de la brutalidad del régimen de los 12 años de Balaguer y la
criminalidad imperante en esas Fuerzas Armadas. Caamaño fue capturado con vida
y asesinado seis horas después, su cadáver fue destazado y sometido a fuego por
más de un día, llegando a desaparecer los huesos de las manos, los pies y gran
parte la cabeza, la cual fue machucada; posteriormente lo que quedó fue
depositado en un hoyo preparado cuidadosamente con el propósito de que nunca
fueran encontrados.
Para una muestra de la intención que
existe de esconder la verdad sobre la muerte de Caamaño Deñó, basta con ir al
Ministerio de las Fuerzas Armadas y consultar los registros referentes a su
muerte, donde aun aparece como que murió en combate. Esto a pesar de que
abiertamente se conoce que Caamaño fue capturado con vida y luego asesinado, y
que varios militares de los que estuvieron involucrados en su captura y
su asesinato han tratado públicamente este tema y dejado constar la verdad de
este hecho.
El poder ejecutivo siempre estuvo en
contra de reconocer y trasladar al Panteón de la Patria los restos de Caamaño,
el Presidente de la República no se atrevió a emitir un decreto con tal
disposición, como establece la ley del Panteón. Ningún Presidente dominicano se
atrevió a tomar esa decisión. Fue el Congreso Nacional quien asumió ese
compromiso. Por primera vez en la historia se exalta una figura al Panteón de
la Patria mediante una ley y no por un decreto. Esto debido a que ningún
presidente había tenido el valor de asumir ese compromiso.
Cuando la Ley 4-13 sale de la Cámara de
Diputados, luego de haber sido aprobada por el Senado, establecía que la
Comisión de Exaltación estaría compuesta por tres miembros de la Fundación
Caamaño, un miembro del Ministerio de Obras Públicas, un miembro del Ministerio
de Salud Pública y un miembro del Ministerio de la Fuerzas Armadas, pero el
Poder Ejecutivo, antes de promulgarla modificó por completo la composición de
esta comisión, de manera inconstitucional, con la finalidad de incidentar el
traslado de los restos, como bien ha hecho dicha comisión, la cual está
presidida por el Ministro de Cultura.
La modificada Comisión de Exaltación, de
manera ilegal y arbitraria cuestiona el fondo de la ley, ordenando al INACIF
para que realizara pruebas de ADN a los restos de Caamaño, cuando por más de
dos años se había discutido este tema en ambas cámaras del Congreso, y los
legisladores habían estudiado los análisis antropológicos, consultado peritos y
escuchado testimonios, quedando convencidos de la autenticidad de los restos.
La comisión era para cumplir la ley, no para cuestionarla. De esta manera el
Ministro de Cultura subvierte el orden Constitucional al contravenir una orden
del Congreso Nacional que se le daba mediante una ley.
Recientemente el Instituto Nacional de
Ciencias Forenses presentó su informe respecto a los restos, un estudio que
nunca debió ser hecho. De manera un tanto sospechosa presentan este informe un
días después de que fue interpuesta una Acción de Amparo para que se cumpla la
Ley 4-13, luego de más de 7 meses con la posesión de los restos sin dar ninguna
información al respecto a pesar de nuestra insistencia. Este informe del INACIF
fue sometido por la Fundación Caamaño al análisis de expertos en estos temas,
quienes dieron constancia de los múltiples vicios y las graves incongruencias
en dicho informe, recomendando no aceptar sus conclusiones, ni las afirmaciones
en él vertidas. El informe presentado por INACIF constituye una
irresponsabilidad científica y una traición a la memoria histórica del pueblo
dominicano.
Como podemos ver y consta, el Poder
Ejecutivo ha hecho todo cuando ha sido posible para disminuir la figura de
Francisco Alberto Caamaño Deñó. Primero, no asumió la responsabilidad de emitir
un decreto para hacer la exaltación, tal como establece la ley que crea el
Panteón de la Patria. Segundo, modificó por completo la Comisión de Exaltación
establecida por el Congreso, colocando al Ministro de Cultura, dependiente del
Poder Ejecutivo, para presidirla. Tercero, a través del Ministro de Cultura
incidentó el cumplimiento de la ley, negándose a acatarla. Cuarto, el INACIF,
que también es una dependencia del Poder Ejecutivo, emite un informe
irresponsable y lleno de vicios para desacreditar la autenticidad de los restos
de Caamaño.
Sería importante saber: si el Presidente
de la República Danilo Medina Sánchez, el Ministro de Cultura José Antonio
Rodríguez, el Procurador General Francisco Domínguez Brito, y el Director del
INACIF Francisco Gerdo, están consientes de la responsabilidad histórica que
están asumiendo ante nuestro pueblo.
Tal vez muchos se pregunten a que
responde todo esto; por qué tanto miedo a la figura histórica de un hombre. El
coronel Caamaño además de ser el mayor símbolo de la defensa a la soberanía
Nacional, el mayor símbolo de la lucha por la justicia social y la democracia
en nuestra historia reciente, es el mayor símbolo de la lucha antiimperialista
en el Continente Americano. La única vez en América que se ha enfrentado en
armas al Imperio Mundial Norteamericano fue en la República Dominicana en 1965,
con Francisco Alberto Caamaño a la cabeza. Ningún país de América se había
atrevido a enfrentar el abuso del Imperio Norteamericano, mucho menos un país
pequeño y escasamente armado. Aun hoy el ejemplo del pueblo dominicano, que por
más de tres meses defendió a sangre y fuego su dignidad ante el abuso del mayor
imperio económico y militar que ha conocido el mundo, constituye una vergüenza
para el Imperio Norteamericano, y la figura y el ejemplo del presidente Caamaño
son un objetivo de su política imperial.
Hoy más que nunca, cuando los pueblos
latinoamericanos comienzan a unirse en contra de la hegemonía imperial de los
Estados Unidos, es intolerable para el Imperio Norteamericano que se reconozca
la figura del mayor luchador antiimperialista de todo el Continente Americano.
Es por esto que nuestros gobernantes, serviles y dependientes de los Estados
Unidos, tratan de impedir que Caamaño reciba los honores que le corresponden.
Los enemigos de Caamaño, los enemigos de
nuestro pueblo, están conspirando en contra de la memoria y de la verdad
histórica. Los intereses que asesinaron a Caamaño, los intereses que
descuartizaron y quemaron su cadáver, los intereses que intentaron hacer
desaparecer no solo su cuerpo, sino también su ejemplo, son los mismos que hoy
estamos enfrentando. El servilismo, la cobardía, la irresponsabilidad, la
traición, no deben ponerse jamás por delante de los intereses de la patria.
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