Eddy Olivares Ortega
Para la segunda vuelta clasificaron dos extraordinarias mujeres. Se trató de un duelo democrático de dos damas tras la búsqueda del poder. Una de ellas sería la presidenta. Sin lugar a dudas era un día histórico para el género femenino que hace apenas sesenta y cuatro años no tenía derecho de votar para elegir al presidente de la República de Chile. ¿Cuántos países han tenido tal privilegio? ¿Cuándo la mujer de una nación americana había tenido tal principalía en unas elecciones? ¿No debió ser este un motivo más que suficiente para que acudieran masivamente a votar? ¿Qué pudo desviar a la mayoría del pueblo chileno del camino hacia las urnas? Estas son algunas de las interrogantes que deberán responder las élites políticas después de haber sido vencidas por la abstención electoral.
A pesar del contundente triunfo obtenido por Michelle Bachelet frente a su oponente Evelyn Matthei, su retorno a la presidencia fue empañado por la abstención. La cantidad de electores esta vez ascendió a 13,573.143, de los cuales votaron por la candidata de la coalición de centroizquierda Nueva Mayoría, 3,470,055, para un 62.16% y por la de la derechista Alianza por Chile 2,111,830, para un 37,83%, de un total de 5.581.088 votos válidos emitidos. Es decir que se produjo una abstención equivalente al 58% de los ciudadanos con derecho a sufragar. Es una inexplicable baja votación que de seguro se le atribuirá a la eliminación del voto obligatorio.
Con esta escasa participación Chile pasó a ocupar un espacio entre los principales abstencionistas de Iberoamérica, junto a El Salvador 53,8% (presidenciales 1994), Guatemala 46,6% (presidenciales 1999) y Estados Unidos 51,2% (presidenciales 1996).
Para Ossorio y Cabanellas, “el abstencionismo es la situación en que se colocan quienes, teniendo derecho a votar en unas elecciones, resuelven no hacerlo”. De su lado, el Diccionario Electoral del Instituto Interamericano de Derechos Humanos, considera como causas de abstencionismo, las siguientes: a) Factores sociodemográficos: la participación electoral se relaciona con factores tales como el sexo, la edad, el nivel de educación, el nivel de ingresos, la religión, el sistema de comunicaciones o el ámbito de población en que se reside; b) Factores psicológicos: la apatía o indiferencia, la desideologización o desinterés por los asuntos políticos, el convencimiento de la inutilidad del voto (escepticismo), la relativización de la importancia de las elecciones dada su escasa influencia en las decisiones políticas; y c) Factores políticos: el dominio de los partidos políticos, la desvinculación de éstos de los asuntos concretos y de la vida comunitaria, la ausencia de renovación de la clase política y la falta de credibilidad de las fuerzas políticas ante el incumplimiento de las promesas electorales.
Las precedentes causas son un retrato de lo que acontece en la República Dominicana. Pero a pesar de ello, las dos últimas elecciones presidenciales han arrojado un abstencionismo de 29.77% y 28.67%, respectivamente, que es una tasa moderada, tomando en consideración que el voto es voluntario. No obstante, debido a que los partidos dominicanos –huérfanos de ideologías- han disminuido considerablemente su militancia y su incidencia en las masas populares y la clase media, considero que solo sintonizándose con el pueblo, evitarán caer en el futuro en el círculo de los derrotados por la abstención.
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