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"En señanzas de una sociedad corrupta".

OPINIÓN

Por Juan TH
Francisco Antonio Santos, otrora poderoso dirigente sindical, está enfermo del mal de Parkinson en medio de una situación crítica, sin los recursos suficientes para enfrentar un mal que la ciencia aun no ha podido resolver.
Sus amigos convocaron a un acto en el local del Colegio Médico Dominicano, que resultó masivo, para mostrarle respeto y solidaridad. Allí se creó un mecanismo para recaudar fondos para cubrir los gastos de su enfermedad.
Francisco Antonio Santos fue, desde muy joven, un militante revolucionario, sindicalista de honor, defensor a rajatablas de los trabajadores del campo y la ciudad. Un hombre que siempre dio el frente, que no hizo pactos que traicionaran sus valores y principios para obtener beneficios personales, como sucede hoy.
Dirigente principal de la Central General de los Trabajadores (CGT), la más grande y poderosa de esos años, cuyo rol en la lucha por los derechos de la clase obrera aún no han sido debidamente ponderados. Arrancarles al Gobierno y los patronos la libertad sindical no fue tarea fácil. Costó mucha sangre, mucho sufrimiento, y muchos muertos. No fue un regalo.
Recuerdo al grupo de la CGT que organizó aquellos inolvidables “Siete Días con el Pueblo” durante el Primer Encuentro Internacional de la Nueva Canción, que contó con artistas valientes tanto del país como del extranjero.
Sonia Silvestre, Víctor Víctor, Ramón Leonardo, Luís Días, Tomy García, Cholo Brenes, Cuchi Elías, Johnny Ventura, Cuco Valoy, Freddy Ginebra, Joaquín Basanta, Enriquito de León, Chico González, Claudio Cohen, Manuel De Jesús, Danny Rivera, Silvio Rodríguez, Noel Nicola, Los Guaraguaos, Mercedes Sosa, el Topo, Guadalupe Trigo, Víctor Manuel, Ana Belén, Orlando Martínez, Julio de Peña Valdez y Nélsida Marmolejos, entre tantos otros.
Cómo olvidar aquellos conciertos en Santo Domingo, Santiago y San Pedro de Macorís. El respaldo popular durante esos siete días, del 25 de noviembre al primero de diciembre del año 1974, fue impresionante. Se trató de un claro mensaje del pueblo al régimen de fuerza que encabezaba Joaquín Balaguer con el apoyo de Estados Unidos y la reacción criolla.
Francisco Antonio Santos fue entonces figura estelar. Lo recuerdo como ahora moviéndose de un lado a otro impartiendo las orientaciones junto al grupo de Julio de Peña Valdez y demás dirigentes de la CGT.
Esa no fue la primera, ni la única jornada de lucha de la CGT y Francisco Antonio Santos. Fueron muchas. Lamentablemente, el movimiento sindical y popular en sentido general, por razones con no son objeto de este artículo, con el tiempo fue perdiendo fuerza. Sus principales cuadros murieron, otros fueron asesinados, y no pocos cooptados por los Gobiernos y los patronos hasta convertirlo en la entelequia que es hoy.
Sin embargo, Francisco Antonio Santos nunca abandonó sus ideales, ni sus principios. Ha sido un hombre honrado, vertical. Jamás se vendió. Ni lo hará. Por eso hoy está jodido. Y no lo lamenta.
El que lo lamenta soy yo. El mensaje es el siguiente: El que no roba, el honorable, termina sus días olvidado, triste y sin recursos vivir dignamente. En cambio, el que se roba el país, el que traiciona, el que le pone precio a sus ideas, lo tiene toldo en demasía hasta el último suspiro.
Y así no puede ser. Francisco Antonio Santos no puede terminar como Barbarín Mojica, el obrero portuario, montaña de honestidad, que murió en la inopia. Me niego a ese mensaje denigrante y absurdo. (Muchos depredadores de los recursos públicos, ministros, senadores, diputados, alcaldes, directores, etc., con pensiones millonarias mientras maestros, médicos, obreros y campesinos apenas reciben, si acaso, pensiones de miseria).
El Estado debe garantizarles a todos sus ciudadanos protección en materia de alimentación, salud, vivienda, etc., no a políticos corruptos.
¡Mi respeto, admiración y solidaridad para Francisco Antonio Santos!

En señanzas de una sociedad corrupta

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