Recuerdo aquellos años de la década del 70
cuando surgían en mí ideas revolucionarias y militaba en la Unión de
Estudiantes Revolucionarios (UER) y posteriormente en la Línea Roja del 14 deJunio, la Unión Patriótica (UPA) y en la unidad de varios grupos de izquierda
para forma, tras largas y tediosas reuniones, lo que hoy se llama Partido de
los Trabajadores Dominicanos convertido en una entelequia al servicio de la
derecha y el oportunismo político repugnante.
Recuerdo mi primer artículo publicado en el
vespertino La Noticia, “Línea Roja y las elecciones” bajo el seudónimo de
Carlos Rojo. Luego a Pablo Graciano,
David Lorenzo, Cristhian Jiménez y yo en el noticiario de radio ABC despertando
el Sol con la esperanza. Mi primer editorial “La niñez desvalida” debido a la ausencia de Pedro Ventura. Luego mi paso
por diferentes medios radiofónicos, la televisión, El Nuevo Diario bajo la
dirección del difunto Pedro Caro hasta llegar a El Nacional donde pronto
cumpliré 30 años y en la Z-101 donde entro y salgo por otros 30 años.
Como a muchos otros jóvenes de las luchas
callejeras y en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, por el “Medio
Millón”, entre otras cosas, fue la política la que me llevó al periodismo. No
al revés. Y eso marcó una diferencia sustantiva en esa generación, con la
actual.
Mis referentes eran Orlando Martínez, su columna
“Microscopio”, comunista, revolucionario, asesinado por Balaguer y sus
generales con apenas 30 años de edad;
Radhamés Gómez Pepín con sus
valientes pulsaciones, Huchi Lora, con su intransigente Tintero, Juan
Bolívar Díaz, comprometido con las mejores causas, coherente consigo
mismo, K-bito Gautreaux, con sus
reportajes desde las calles jugándose la vida en Noti-Tiempo, de radio
Comercial, Margarita Cordero, incisiva,
mordaz, honesta, Ramón Colombo, durante muchos años el mejor reportajista del
país, Pedro Caba, el Caballo, entonces militante de izquierda, Cuchito Álvarez
Dugan, una parte de los Herasme Peña, Juan José Ayuso, el poeta, Mundito
Espinal, compañero de Francis Caamaño al igual que K-bito en Ciudad Nueva, Goyito García Castro, mártir del periodismo
al igual que mi querido maestro Narciso Gonzáles (Narcisazo) , Eulalio Almonte
Rubiera, que no sé cómo Balaguer lo dejó vivo, entre otros que escapan a la
memoria. Como diría Neruda, “todos eran grandes voces” de la comunicación.
Muchos de los de entonces, ya no son los mismos,
como muchos de los que nos inscribimos en esa escuela tampoco somos los mismos
al paso de los años. (¿?)
Recuerdo, 36 años después de iniciarme en el
periodismo profesional, el Sindicato Nacional de Periodista Profesionales
(SNPP), la lucha por la colegiación. Todo ese esfuerzo, toda esa lucha, parece
diluirse con el tiempo a juzgar por los resultados. (¿?)
Me he preguntado en más de una ocasión, ¿qué ha
pasado con los medios y con los periodistas en los últimos 20 años? Alguien me
dirá: “Lo mismo que ha pasado con los abogados, médicos, ingenieros,
profesores, etc. Lo que está pasando con todo el mundo. No es un problema
exclusivo de los periodistas, es de la sociedad. Es decir, es una cuestión
sistémica. Nadie parece estar dispuesto a sacrificarse por nadie. Ni siquiera
por el país.”
Enjundioso análisis. ¿No es cierto? Pero
inaceptable. Conduce el pesimismo y al derrotismo. No le deja espacio a la
esperanza, ni a las reservas éticas y morales del pueblo dominicano.
Pienso que es necesario repensar la comunicación
de masas desde el punto de vista político y social para retomar el compromiso
del periodismo responsable de otros años. Esa podría ser una tarea del Colegio
de Periodistas y de las escuelas de
comunicación.
El huracán que amenaza con destruir todos los
cimientos éticos y morales de la sociedad dominicana no puede borrar con sus vientos
corruptos el legado de tantos hombres y mujeres que desde tiempos coloniales han luchado por hacer de
este territorio un lugar próspero donde se puede vivir en paz y armonía.
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