Bonaparte Gautreaux Piñeyro, El Autor |
Por Bonaparte Gautreaux Piñeyro
Aquel sábado de la década de 1990 encontré en la
librería “La Trinitaria” a mi entonces amigo Leonel Fernández, joven
abogado miembro del Partido de la Liberación Dominicana.
¿El tema? la política. Le dije que el principal
problema del PLD era Juan Bosch, a quien acompañé en la fundación del partido.
Aunque siempre tuve excelentes relaciones con José
Francisco Peña Gómez, pertenecía al grupo de Bosch y ello me decidió a dar el
paso de formar el Partido de la Liberación Dominicana junto a Ramón
Antonio Abréu Flores, Rafael Alburquerque Castro, Franklyn Almeida Rancier,
José Joaquín Bidó Medina y el licenciado Manuel Ramón García Germán. Aunque les
hablen de otros
protagonistas, fue
como les digo: ese reducido grupo de siete personas tomó la decisión de fundar
el PLD, un domingo de noviembre de 1973.
Me retiré del PLD poco después de que Bosch saliera
con la descabellada y antidemocrática propuesta de oponerse a la voluntad
popular manifestada el 16 de mayo de 1978, cuando fue elegido Antonio
Guzmán Fernández como Presidente de la República.
Leonel sabía lo que llevo relatado. Le dije que
debían salir de Bosch para que el partido pudiera prosperar, que Bosch era una
retranca. Le dije que en el PLD había hombres que podían suceder a Bosch y le
cité los nombres de Norge Botello, Euclides Gutiérrez Félix y el suyo propio.
Su único comentario fue una media sonrisa.
Tiempo después compitieron Euclides, Norge y Leonel y
este último obtuvo una mayoría fuera de toda duda frente a sus compañeros.
Para entonces, Bosch estaba disminuido en sus
facultades pero no tanto
como para no darse cuenta de lo que hacía. Su último gran acto político fue
levantar el brazo de su jefe político, Joaquín Balaguer, para sellar el gran
acto de discriminación racial y social que fue el malhadado pacto que llevó a
Leonel a la Presidencia en 1996.
¿A qué, por qué y para qué relatar estos recuerdos?
Para que no se queden en el tintero, para que contribuyan a llenar huecos que
en veces se quedan abiertos alimentando la ignorancia y la desinformación
histórica.
De 1996 al 2000, mis antiguos compañeros del PRD y
del PLD que llegaron al poder, se sometieron a un entrenamiento intensivo en
truchimanerías, tráfico de influencias, ocultación de bienes robados
declarándolos a nombres de familiares que no tuvieran el mismo apellido,
descaro y toda suerte de actos conocidos de corrupción y los que se inventaron.
Lo grave de esto es que nuestra sociedad, muchas
veces, premia a traidores como Miguel Vargas y Leonel, como antes lo hizo con
Pedro Santana. Buenaventura Báez y otros pillos.
Lo menos que podemos hacer es insistir, exigir, que
el pueblo y los tribunales los juzguen.
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