Por Andrés L. Mateo
A lo sumo, el 4% del PIB invertido en la
educación podría colocar al sistema en una situación de desempeño; pero ello no
equivale a una revolución transformadora de todos los males sistémicos que
arrastra la educación dominicana. Esto lo hemos repetido en numerosos
artículos, y puesto que ya la ejecución presupuestaria del 4% está en marcha,
sería bueno afrontar algunos de los dilemas frente a los que nos sitúa la
realidad educativa nacional.