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Publicado en Hoy, 09 enero, 2014
El relajo de las buenas costumbres ha
llegado tan lejos que cualquier persona, sin ningún pudor, se coloca detrás de
un árbol o de frente a una verja, una pared, se baja el cierre del pantalón y
orina sin que nadie le diga nada.
Papá siempre resaltaba la necesidad de
que el Ayuntamiento o Salud Pública colocaran cada cierto trecho letrinas
públicas para que quienes tenían un apuro pudieran resolverlo de manera decente
y privada. Recuerdo que fue en el desfile de carnaval de hace algunos años que
vi el uso público de esas instalaciones móviles.