OPINIÓN
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Dr. Eddy Olivares Ortega
El autor es miembro titular de la Junta Central Electoral.
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Por Eddy Olivares Ortega
En pleno Siglo de las Luces, Rousseau -cuyas ideas tuvieron una gran influencia en la Revolución Francesa- despreció la figura del ciudadano, cuando sugirió en vano en el Emilio: “Estas dos palabras, patria y ciudadano, deben ser borradas de las lenguas modernas”. Se refería al ciudadano de la antigua Grecia y del antiguo Imperio Romano, que había sido adoptado por todo el mundo, con sus privilegios en lo relativo a las leyes, al estatus social, a la propiedad y al acceso exclusivo a las posiciones de Gobierno. Igualmente, a una ciudadanía que excluía a la mujer, la cual solo fue considerada como ciudadana hace apenas sesenta años, cuando se aprobó en la mayoría de los países el sufragio femenino.










