Por Bonaparte Gautreaux Piñeyro
El grupo no entendía de dónde salió el agua que ensució el
río sin que lloviera ni en la cabeza ni en el curso. Sencillamente surgió. Era
agua de albañal, putrefacta con olor a cueva cerrada, llena de murciélagos. Era
difícil descifrar de dónde
salía esa agua putrefacta que intentaba agarrarte por los tobillos para
impedirte caminar.
Esa agua dificultó el vado del río. Primero brotó
como un comentario que semejaba una candela de basurero, persistente, silente,
constante, ocultando el poco de humo que la denunciaba.
Se decía, siempre se dice, siempre se decía, que
debajo de la tierra, de manera subterránea caminaban la candelita de basurero
de los comentarios y brotaba el agua putrefacta a su lado.








