Por Bonaparte Gautreaux Piñeyro
Manuel Ramón García Germán y yo éramos los encargados
de la seguridad de Juan Bosch desde su regreso de Europa, en 1970. García
y yo estábamos de servicio permanentemente. Fue entonces cuando se intentó
camuflar a Bosch con una peluca que no pudo usar debido a la
crecida circunferencia de la testa.
Sólo la lealtad de personas como Bienvenido Corominas
Pepín, Ramón Vila Piola, Carlitos Ascuasiáti, José Joaquín Puello, José Delio
Guzmán padre y otros amigos, permitió que Bosch durmiera uno o dos días en casa
de cada uno de ellos, hasta que se enteró don Ernesto Vitienes, gran amigo de
Bosch, y le cedió el apartamento del segundo piso de la calle Cesar Nicolás
Penson, que entonces tenía el número 60









