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La glorieta del parque.

Por Bonaparte Gautreaux Piñeyro
La glorieta del parque central de Barahona tiene sus historias. La glorieta del parque central le duele a los Gautreaux, porque en ese lugar toda nuestra familia exhibió con brillantez su dominio del difícil, hermoso y cuasi divino arte de la música.

Ante el anuncio de que quieren destruir, modificar, rediseñar,  joder la glorieta, lo menos que puedo hacer es levantar la voz en demanda de respeto a ese monumento a la grandeza humana, al desprendimiento, al espíritu de progreso que representa ese monumento.
La glorieta que conocemos, es el fruto del ideal de futuro que se tenía en la década de 1920, cuando la tierra generosa paría café, caña, víveres y el ingenio Barahona construía un muelle de cemento para exportar su azúcar.
En esa época descorría las cortinas del teatro, que luego se convirtió en el cine Unión, sala que ofreció sus servicios por largas décadas. Allí actuaron por primera vez Casandra Damirón, África María Gracia Vidal, conocida en el cine mundial por el nombre artístico de María Montez. También ofrecieron recitales Pepé Echavarría Lazala, el ruiseñor dominicano, cuyos conciertos de flauta llenaron de luz el Teatro Unión, allí ofreció magníficos conciertos de guitarra clásica don Chichí Damirón, padre de Casandra.
Esa glorieta tiene recuerdos imborrables de conciertos ejecutados por la Banda Municipal de Música de Barahona, cuyo primer concierto fue dirigido por el Maestro Clodomiro Gautreau Rijo. En ese concierto interpretaron diferentes instrumentos sus hijos, Julio, Francisco (Cano), Delio y músicos entonces adolescentes tales como Cocolo Ledesma, Sammy y Bienvenido Burroughs, Juanito Arbona, Marino Zafra y otros.
A papá, Julio Gautreau, le tocó dirigir centenares de conciertos tanto bajo la glorieta del parque central como en el centro del parque de los Suero, barrio que se llenaba de las melodías interpretadas por la Banda de Música que acudía todos los primeros jueves de cada mes a ofrecer una retreta.   
Después, otros excelentes músicos barahoneros, fundamentalmente, magníficos intérpretes neiberos y de otros puntos de la región, endulzaron las noches de los ardientes veranos del sur con las gratas notas de sus instrumentos. Entre otros, Panchito Lozano, Luis y Danilito Arias Michel, Joven Perez, Lucas Acosta, Chichí Ramírez, Joaquín (Tuntuneco) Ramírez, Niño Santó, Payé, Betico, Aquilino Suero.
La glorieta del parque es una  de las donaciones que hizo el munícipe más cooperador de la historia de Barahona: Don Luis Eduardo Delmonte, generoso mecenas que donó parte de su fortuna para concluir la construcción de la iglesia de la calle Anacaona, el reloj de cuatro esferas instalado en la torre del Ayuntamiento y esa glorieta, entre otras obras de bien.
Cuando el pasado representa algo de valor no se modifica, se enriquece en su entorno, se mejora la puesta en escena.

Bonaparte Gautreaux P.

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