Por Rafael Peralta Romero (rafaelperaltar@hotmail.com)
Al Partido Revolucionario Dominicano le está ocurriendo lo mismo que a un hombre que juega dominó y su frente le mata todas las fichas para favorecer al contrario. Los otros, que además juegan con piezas marcadas, se ríen gozosos mientras proclaman que ganan como quiera. Dominar una partida con el frente en contra es casi imposible.
Los dirigentes políticos que ignoran la historia, incluso la inmediata, no pueden percibir la menor idea del porvenir. En febrero pasado, por ejemplo, se cumplió medio siglo del ascenso al poder del PRD, por medio de las primeras elecciones celebradas después de la decapitación de la tiranía de Rafael Trujillo. Pero la dirección del PRD no se enteró.
En abril se cumplió también el quincuagésimo aniversario de la proclamación de la Constitución más democrática de todos los tiempos, la cual es obra del partido blanco, pero la celebración correspondió a un grupo que no existía y por tanto nada tuvo que ver con la elaboración de ese texto. Es decir que la obra del PRD pasa a ser de otro partido.
Quien coloca las fichas que convienen al contrario se complace más en una foto con el presidente Danilo Medina o con el ex presidente Leonel Fernández, que defender un patrimonio histórico de la organización que preside. La estrechez de mira de Miguel Vargas lo lleva a creer que su adversario es Hipólito Mejía, líder de su propio partido.
El mejor signo del descalabro del PRD se encuentra en el simple hecho de que un funcionario tan malquerido por el pueblo dominicano como Temístocles Montás se atreva a aspirar a la candidatura presidencial, basado en la afirmación de que en las elecciones de 2016 el PLD gana con cualquiera.
El cerebro de los desaciertos económicos de los gobiernos peledeístas fundamenta su optimismo en los desacuerdos entre la alta dirigencia perredeísta y la confianza en que el señor Vargas y su equipo mantengan a esa poderosa fuerza política en completa desazón hasta el momento de las próximas elecciones presidenciales.
Nadie duda de que el PRD precise de unidad interna, no solo para encabezar una oposición firme y útil a nuestra democracia y los mejores intereses de la sociedad, sino también para devolverle al país un instrumento idóneo, capaz de superar la crisis y reorientar el rumbo de la nación.
Concuerdo con el doctor Emmanuel Esquea en que además de su compactación, el PRD necesita una dirección institucional que respete y haga respetar la disciplina, que garantice reglas claras en los procesos internos, y que sus decisiones y orientaciones sirvan a los propósitos de cohesión, modernidad y desarrollo que demanda el pueblo dominicano.
(Publicado en El Nacional del sábado 4-05-13)
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