Por Bonaparte Gautreaux Piñeyro
El país no está bien gobernado, la
justicia está de vacaciones, quienes fungen como jueces son una caterva de
personas escasas de principios morales y acomodados a las perversas
circunstancias que los rodean.
Vivimos un hoy tan lleno de
violaciones de todo tipo
que cuando alguien desconoce una luz roja sabemos que no tiene una urgencia que
lo obligue a cometer tal infracción. Lo peor del caso es que la autoridad ni
siquiera se molesta en anotar el número de la placa aunque sea para enviarle al
conductor una advertencia.
Son tantas las violaciones, de uno y otro
género, que parece como si ya mucha gente se hubiera cansado de protestar o
tiene miedo o entiende que las leyes son para violarlas porque “quien hizo la
ley hizo la trampa”
La comisión de todo tipo de delito por
parte de gobernantes y gobernados se produce bajo un lente que discrimina entre quién
comete un delito y quién comete ese mismo delito.
Ante nuestros ojos, Fulanito el del
doblar de la esquina, un muchacho del barrio muy presumido él, ingresa a la
política, vive metido en el partido y en todas las reuniones de los comités a
los que pertenece y aunque nunca exprese una idea interesante, por amiguismo,
por gritar más alto en los mítines o por una actitud de borrego y permanente
adulación, obtiene una nominación para un puesto de elección popular.
Poco después, sólo lo vemos como entrevistado
en programas de televisión, opinando de lo que desconoce y recibiendo elogios
del entrevistador.
El hombre o la mujer, se mudó hacen mucho
“el barrio es muy bulloso y no tengo tiempo de pensar” Alguno más osado, compra
una biblioteca de las que sirven de fondo en los espacios de televisión, se
hace retratar sentado en un amplio sillón forrado de cuero y se engancha a
intelectual, a pensador.
Así vivimos, sabemos que nos quieren
engañar, pero como dijo el Presidente Hipólito Mejía durante la campaña del
2012 “nos mienten, saben que nos mienten, pero no nos engañan”.
Entre fuegos fatuos y espejismos, entre
allantes y fintas nos hacen cualquier “cúcala máscara” en un constante vivir en
la mentira, del aguaje, como si aún estuviéramos en el tiempo en que se decía
“que ni es paja ni es plomito”
Uno, dos, nadie sabe cuántos edificios
multipisos carecen de escaleras contra incendios o las tienen obstaculizadas
por los propios vecinos. Y nadie inspecciona y no pasa nada.
El año pasado el gobierno tuvo la fuerza
de cara de presentar su cuenta de gastos sin la justificación que avale 200 mil
millones de pesos y no pasa nada, porque como no hay justicia…
Pero no será así para siempre.
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