Bonaparte Gautreaux Piñeyro, el autor.
Ernesto Vitienes le facilitó a su amigo
Juan Bosch un apartamento porque todos temían alquilarle una casa. Era el
gobierno de Balaguer. Hasta entonces, el
líder del PRD dormía uno o dos días en casa
de amigos.
Bienvenido Corominas Pepín, José Joaquín
Puello Herrera, Carlos Ascuasiati Álvarez, Miguel Vila Piola, Rafael Corominas
Pepín, José Delio Guzmán y otros amigos recibieron a Bosch en sus casas.
Bosch exigía que su estadía fuera tan secreta que ni el
servicio doméstico podía saber de su presencia. Tan pronto alguien del servicio
lo veía nos llamaba a Manuel Ramón García German y a mí para que lo cambiáramos de sitio. En
ocasiones resultaba difícil hallar de inmediato otro alojamiento.
No tengo idea de si Bosch leyó novelas
policíacas y de misterio de las que se vendían a 10 centavos en la década de
1950.
En mi primera juventud, ahora ando por la
quinta, leí no sé cuántos cientos, quizá miles de novelas de vaqueros,
policíacas, de misterio y novelas rosa. Eran textos escritos y leídos para
ocupar el tiempo en algo útil.
De las novelas policíacas recuerdo,
especialmente, una que relataba la vida de un hombre de Hong Kong de gran influencia, cuyo poder era
provenía de miles de personas que trabajaban para él.
La actividad de aquel empresario
consistía en mantener una gran red de información que, por supuesto, sabía
vender a quien le conviniera, a quien le beneficiara.
Aquel magnate construyó un imperio de la información real, veraz,
inmediata que provenía siempre de fuente segura, le llegaba constantemente, era
su gran fuente de poder.
¿De dónde obtenía el magnate las
informaciones? De personal subalterno, de la gente que trabaja, actúa al lado de las
otras personas que hablan, dicen, maldicen e informan lo que deben y lo que no
deben informar a los extraños.
El hombre de Hong Kong era la persona
mejor informada de aquella ciudad. Las doñas que entraban los amantes a la
casa, los hombres que se ocultaban con hermosas jóvenes en fumaderos de opio,
los sitios de juego clandestinos, el tráfico de joyas, drogas, armas, en todas
esas actividades participaba alguno de sus informantes.
Aquí hoy, los vendedores callejeros de
frutas, frutos, tarjetas de llamadas telefónicas, cigarrillos al detalle,
caramelos, son haitianos. Llegan hoy y mañana están incorporados a la actividad
productiva.
Esos productos hay que comprarlos,
colocar los vendedores en determinados puntos. Hay un negoción que demanda
muchos millones para la compra de tarjetas telefónicas, frutos y frutas y en la
colocación de personal de servicio doméstico.
¿Quién financia esas actividades? ¿A quién le informan? ¿Quién es
el hombre de Hong Kong?
El hombre de Hong Kong está mejor
informado que el gobierno ¡ojo con eso!
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