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TURISMO EN BAHIA DE LAS AGUILLAS


Por JUAN T H

Joaquín Balaguer solía decirle al presidente Hipólito Mejía que las tierra de Bahía de las Águilas eran propiedad de los indígenas. Y de nadie más. Y que, como fueron aniquilados por el paso de los españoles y el tiempo, quedaron como patrimonio del Estado. Y de nadie más.
De repente el gobierno del Partido de la Liberación Dominicana, después de 12 años, descubre que Bahía de las Águilas es la panacea para el desarrollo de la Zona Sur,  la más abandonada y pobre,  históricamente.

El gobierno dice que Pedernales, una provincia creada por Trujillo en 1957, en la frontera con Haití, con menos de 15 mil habitantes en su municipio cabecera, de la que nadie se acordó nunca, es el punto de partida para el  crecimiento y desarrollo de toda la región gracias a la bahía de las águilas. Como si fuéramos idiotas.
El desarrollo de un país o de una zona de cualquier país no puede basarse exclusivamente en el turismo. Pero en todo caso, el turismo requiere, no solo de habitaciones hoteleras, playas de arena blanca y montañas; requiere de carreteras, agua potable, energía eléctrica, educación de su población, seguridad ciudadana. Etc., para lo cual es necesario recursos y tiempo. Mucho de uno y de otro. Es decir, no basta con el clima, ni con las playas, el sol y las mulatas que se ofrecen como “carne fresca”.
Me pregunto si la región Este, donde el turismo es un puntal económico, ha  servido para el desarrollo.  ¡No! Los polos turísticos son privados, forman parte del despojo del que ha sido víctima el pueblo dominicano. ¿Higuey, La Romana, San Pedro de Macorís, Boca Chica y otros pueblos se han desarrollado? ¡No! Esos pueblos siguen pobres. En poco o nada se ha beneficiado su gente.
Haga un recorrido por la ciudad Colonial y siga luego hacia Bocha Chica, Juan Dolio, Bayahíbe, Punta Cana y Bávaro.  Haga un viaje hacía Puerto Plata, Sosua y Cabarete. No deje de ir a Samaná y las Terrenas. Verá que son enclaves aislados sin conexión con las ciudades, ni con su población, que en gran medida vive de la mendicidad.
Investigue el nivel de educación, de empleo, de viviendas, etc., de las comunidades donde están los polos turísticos de la República Dominicana. Podrá ver dos áreas: el área dólar y el área peso. En un lugar, los de la buena vida, los extranjeros y los pocos dominicanos que puedan pagar el lujo y el confort, del otro, los pobres, los miserables, los que viven de las migajas.
Bahía de las Águilas  es un santuario científico, una reserva ambiental de incalculable valor no solo para la República Dominicana, sino para el mundo.  Con un decreto presidencial podía resolverse el problema de quienes han querido robársela durante los últimos 16 años. Pero Danilo, asesorado no sé por quién ni por quiénes, decidió hacer lo que nunca se había hecho: regalar la bahía para que hagan negocios, no solo los que la usurpan, sino funcionarios de su propio gobierno a través de terceros.
Lo de Bahía de las Águilas es, sencillamente inaceptable.
El turismo no le puede salir tan caro al país. ¡A ese precio no!

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