"El expresidente Hipólito Mejía afirma que el país
necesita al PRD unido para mantener el proceso democrático, y los perredeístas
ansían la unidad para volver a motivarse".
Presidente Hipólito Mejía |
Escrito por Hipólito Mejía especial para El Nacional.
Como hombre público, como político, como ciudadano,
como miembro de mi organización política, el Partido Revolucionario Dominicano,
reconozco que mis actuaciones tienen consecuencias. La militancia que
sigue a mi partido y que tiene su atención puesta en mí, espera que yo asuma
con responsabilidad todo lo que hago. La adhesión, el voto o cualquier otra
expresión de simpatía hacia mí o hacia mi partido tengo que asumirla con
humildad y con inteligencia.
Jamás puedo pensar que se trata de una patente para
que yo o los míos hagan cuanto les venga en gana. Por encima de nosotros está
una sociedad compuesta por millones de personas, y una comunidad internacional
a la que estamos integrados, de diversas formas, que también nos mira con
atención.
Quiero reflexionar brevemente sobre lo que ocurre en
el Partido Revolucionario Dominicano. Quiero hacerlo despojándome de la
indignación o de la rabia que han generado en mí y en miles de compañeros el
comportamiento de algunos miembros de nuestro partido.
Digo que la sociedad dominicana está por encima de
nuestras pequeñeces. Sostengo que el país y su deseo de cambiar el estado de
degeneración actual en que nos encontramos, están más encumbrados que mis diferencias
políticas con Miguel.
Esto no tiene nada que ver con posiciones ideológicas
o políticas personales. No creo que aquí esté en juego mi ambición de poder o
la ambición de poder del presidente del partido.
Ambos estamos obligados a colocarnos por encima de
nuestros enconos, muchas veces generados por interpretaciones erróneas de
decires, chismes o desacuerdos. Esto fue creciendo y estamos en el deber de
ponerle un punto final.
La madurez del PRD, que tiene más de 70 años de vida,
debe elevarnos por sobre las liviandades, como siempre hizo nuestro querido y
nunca bien valorado José Francisco Peña Gómez.
Lo he dicho de muchas formas. Lo han dicho los demás
compañeros dirigentes del PRD, gente con legitimidad, honorabilidad, tiempo en
la política, que debemos superar las diferencias y permitir que sea la
democracia la que se exprese a plenitud, sin cortapisas, sin mezquindades ni
manipulaciones.
Entre las víctimas de esta situación el más afectado
políticamente he sido yo, pues las actuales diferencias vienen desde la
convención, y esto fue un elemento aprovechado por nuestros enemigos para
llevarnos a una degradación política y derrota electoral, manipulando dinero e
instituciones del Estado, sin que pudiéramos evitarlo.
Las diferencias han dividido al PRD, a las propias
familias de los perredeístas, y han llevado a un desgarramiento que ha sangrado
personalmente a todos y nos ha puesto en grado sumo en la crítica del país. No
aspiro a que esa situación continúe.
Estoy interesado en hacer cuanto sea posible para que
superemos esta desagradable confrontación y vayamos a un PRD unificado, que se
prepare a hacerle frente a un futuro inmediato lleno de desafíos e
incertidumbres.
He dado pasos que no dejan dudas de mi voluntad para
que el PRD se reunifique, se ponga al servicio del país y cumpla con su deber
patriótico e histórico de redimir a los más pobres y fortalecer las
instituciones de la democracia, hoy en día tan defraudados los primeros y tan
al servicio del monopólico y antidemocrático grupo del PLD, la segunda.
Después de la convención del 6 de marzo del 2011 hice
muchos esfuerzos para alcanzar un entendimiento, de carácter político e
institucional, como debía ocurrir, y ser acompañado en la campaña por el
presidente de mi partido.
No fue posible, pese a que recurrí a los amigos
comunes, a los amigos exclusivos de él, a su propia familia, a líderes del
partido que simpatizaron con él en la convención, y hasta a la Internacional
Socialista.
Mi conducta ha sido reiterativa. He vuelto a enviar
esta semana una carta a la Internacional Socialista. He hablado en los medios
de comunicación con toda la sinceridad que me caracteriza, y aquí vuelvo a
decir lo mismo:
El país necesita a un PRD unido para salvar el
proceso democrático, el pueblo pobre necesita al PRD, los perredeístas de todo
el país ansían la unidad del PRD y volver a animarse para tratar de alcanzar el
poder, que es nuestro objetivo fundamental.
Se han presentado todas las fórmulas posibles. Hemos
recurrido a la Iglesia Católica, a los principales obispos y representantes de
la Conferencia del Episcopado Dominicano, al igual que personas muy cercanas al
presidente del PRD, a petición nuestra o por voluntad propia, han formulado
llamados o realizado esfuerzos para que se produzca un acuerdo factible, digno,
democrático, que restañe las heridas, que conserve los espacios conquistados, y
que se produzca en el momento que el ingeniero Vargas Maldonado estime
conveniente.
Nadie está obligado a lo imposible. En caso de que él
entienda que no hay otra salida que la fragmentación, que la guerra fratricida
entre hermanos, hijos de la misma fuerza política que tiene 70 años,
respetaremos con mucha pena su decisión.
El análisis que he hecho de mi responsabilidad y del
tiempo que me queda en el activismo político, lamentablemente, no me permite
cargar con una responsabilidad como la división de la más viril y democrática
de las fuerzas políticas dominicanas.
Reconozco que para el presidente del PRD, como he
dicho que ha ocurrido con las familias de los perredeístas, este habrá sido un
drama triste y difícil del llevar.
Le animo, con toda sinceridad, a presentar su capital
político y poner la entereza y carácter que le han caracterizado para llevar al
partido que él preside al poder.
El PRD es y ha sido la fuerza política más
democrática de la RD. Intentar convertirlo en un partido vertical, cerrado, con
patrones antidemocráticos o personalistas es un gravísimo error, que no ha sido
posible en el pasado y que sostengo tampoco será posible en el futuro.
Asumo, como lo han hecho miles de compañeros en los
últimos meses, que la unidad tiene que ser inevitable. Quienes desairen a los
perredeístas y auspicien ciegamente la división, no merecen el respeto ni el
honor de ser parte de la organización forjada por José Francisco Peña Gómez.
Acojo de buena fe, sin ambiciones personales, la
propuesta formulada por un grupo de compañeros para sustentar el diálogo, a la
cabeza del cual se encuentra el distinguido doctor Nelson Espinal Báez, que
cuenta con la anuencia o simpatías de la Iglesia y de grupos de amigos y que
han sugerido un procedimiento para que vayamos a la mesa del diálogo.
Rechazar la posibilidad de consolidar la fuerza
política que nos ha hecho lo que somos, y que ha brindado al país los mejores y
más democráticos proyectos y reivindicaciones sociales, es una forma de dar la
espalda a las aspiraciones de redención de la sociedad dominicana, la patria de
Juan Pablo Duarte, luminaria ejemplar que debe alumbrar nuestro camino hacia la
prosperidad.
Publicado por: http://www.elnacional.com.do/nacional/2013/2/9/150350/Necesaria-unidad-en-PRD-y-urgencia-democratica-RD
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