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DUARTE, LA POLÍTICA Y LAS REALIDADES


Por Bonaparte Gautreaux Piñeyro

El tema que ocupó más tiempo en la conversación sostenida en el salón común de la funeraria fue el de la presencia haitiana en nuestro país.
En la década de 1970 productores de Mao pedían trabajadores haitianos para la recogida de la cosecha de arroz.
Uno de los contertulios se refirió al auge de la construcción y señaló la importancia de los haitianos, no calificados, que comenzaron picando piedras y ahora ocupan los puestos más importantes en el acabado de lujo de residencias, hoteles y apartamentos.
Es una ley de la vida, una ley natural, que aquel que siente frío se abriga y quien siente calor se despoja de ropa, en veces, más allá de lo que la moral permite. Quien siente hambre busca qué comer, quien siente sueño duerme hasta en la punta de un clavo.

La ley de la necesidad demuestra claramente que nada es imposible, que la supervivencia está y estará, siempre, por encima y antes que cualquier consideración humana, social, histórica.
La industria azucarera requirió mucha mano de obra y desde finales del siglo XIX se necesitó gran cantidad de obreros que no teníamos en el país y se importaron picadores de caña de Puerto Rico, hasta que Puerto Rico cambió su situación luego de que los americanos lo ocuparan.
Aquí crecía el auge del negocio de los cañicultores y comenzamos a importar haitianos para el corte de la caña, porque a los criollos les resultaba muy pesado.
Recoger arroz, picar piedras, atender fincas de vacas de ordeño con su exigente trabajo de 18 o 20 horas al día, hoyar pozos para agua y pozos sépticos, se convirtió en trabajo de haitianos.
Fue la industria de la construcción y el hoyado de pozos la que trajo los haitianos a las ciudades, mientras los criollos engrosaban los cordones de miseria empujados por los bajos salarios que se pagaban en el campo y rehuyendo  las labores .más duras.
Ahora, por una y otras razones, la masiva presencia de trabajadores haitianos es visible en las calles principales y  en los polos turísticos más exclusivos.
El tema haitiano está en la agenda permanente de nuestra despreocupación ante una realidad que nos da en la cara constantemente.
De manera natural la integración humana y social se está produciendo en la amplia base de la pirámide social, independientemente de lo que dicen los “sabios” y los nacionalistas a ultranza. Cada día hay más dominicanas que viven con haitianos y dominicanos que viven con haitianas. Decía Rubén Darío que la maldición de los pobres es el vientre de sus mujeres.
En el bicentenario del nacimiento de Juan Pablo Duarte la nación se desmorona y unos y otros se hacen de la vista gorda.
Bonaparte Gautreaux P. @KbitoGautreaux

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