Por Rafael –Fafa- Taveras
El Partido Revolucionario Dominicano
(PRD) vive la peor crisis de su historia. Sin embargo, para la mayor parte de
sus dirigentes la gravedad de esta crisis no se advierte. Y no se advierte la
complejidad de la situación actual, entre otras cosas, por el hábito
perredeísta de abordar los hechos desde el recuerdo, más que desde el
conocimiento específico de las novedades que acompañan a estos.
Por ejemplo, al tratar las diferencias,
que en el presente tienen las grandes mayorías del partido con su presidente
legal, brotan los conflictos del pasado personalizándolos. Se piensa en Bosch,
rechazando a Buenaventura Sánchez como vicepresidente de la boleta que él
encabezaba, o, en sus diferencias con don Ángel Molían, a la sazón, secretario
de organización del partido. De igual modo en las diferencias que llevaron a
don Juan a renunciar a la presidencia del PRD y fundar al Partido de la
Liberación Dominicana. Desde entonces se repite: que ni Juan Bosch pudo
destruir al PRD, ni disminuirlo.
El dogma de que el PRD es
indestructible se consolidó, con dolor en el alma de los perredeístas, cuando
en medio de una transición que organizaba la continuidad del Partido en el
poder, el presidente Guzmán se suicidó.
Las posteriores diferencias entre los
dirigentes Jacobo Majluta y José Francisco Peña Gómez, y entre Hipólito
Mejía y Hatuey Decamps perturbaron transitoriamente la vida del Partido, pero
nunca amenazaron su existencia.
Es comprensible que con ese pasado se
crea que los conflictos de hoy son de la misma naturaleza que los de ayer. De
ahí la gestión de una respetable comisión, constituida para mediar, presumiendo
que en lo esencial, asistimos a un conflicto entre Hipólito Mejía y Miguel
Vargas Maldonado.
¡Nada más equivocado!
Lo de ahora tiene una potencialidad
destructiva sin precedente.
LO ESPECÍFICO DE LA CRISIS
Mientras el PRD es sacudido, en la
oposición, por un proceso de degeneración que lo ha transformado de partido a
Conglomerado, el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), en cambio, se
consolida como una corporación económica y política con el control casi
absoluto de los poderes del Estado.
Estas dos tendencias están entrelazadas
en la dinámica interna de nuestra crisis, por tanto, conocerlas, para superar
nuestra crisis, es de rigor.
En primer lugar, la degradación del PRD
de partido a Conglomerado, es la culminación de un largo proceso.
Fundado en el exilio en plena dictadura
de Trujillo, se plantea luchar por la Libertad y por la Democracia. Nada más
apropiado. Con su llegada al país se dedicó a educar y organizar a las masas
ganando las primeras elecciones libres, tras la muerte del dictador.
Derrocado del poder, organiza la
insurrección del año 1965 reclamando el retorno al mando del gobierno que el
pueblo se había dado. Bajo el peso de la intervención militar de Estados
Unidos, que impide su victoria, asume la defensa de la soberanía y la promoción
de la paz aceptando negociar el fin de una guerra, que, estaba claro, no podría
ganar.
Durante los doce años de gobierno del
Presidente Joaquín Balaguer, el PRD, con Peña Gómez a la cabeza, fue un gran
abanderado de los Derechos Humanos y contra el terror oficial imperante.
Fue una época, donde la fuerza fundamental
del PRD se construía y consolidaba, en la medida que las demandas y
expectativas populares encontraban en el partido un instrumento eficaz para sus
luchas. No había motivo de confusión. La
agudización de las contradicciones marcaban el rumbo. Se enfrentaba al
poder luchando por alcanzarlo con absoluta claridad de la razón para ello:
· ¡Por la libertad!
· ¡Por la democracia!
· ¡Por los derechos humanos!
· ¡Por la solidaridad!
Cuando la realidad se plasma de esa
manera, el carácter evidentemente masivo de su aceptación es, en sí mismo, una
fuerza que condiciona y marca, y en cierta medida, arrastra las grandes
mayorías que están bajo su influjo, y cualquier incidente desencadena las
energías que se han ido acumulando.
Cuando esta situación se produce, si el
cauce por donde transitan las luchas es electoral, el éxito depende de la
inteligencia de quienes conducen el proceso.
Para una buena conducción es
imprescindible la plataforma que sirve de base y guía, la estructura orgánica
que la soporta y el papel del líder que la encabeza. La crisis actual, que vive
el PRD, tenemos que verla desde esta óptica.
DESDE PRIMERO LA GENTE, 16 AÑOS SIN
PLATAFORMA
Las viejas debilidades que arrastramos
se mezclaron con el olvido de la importancia de la Plataforma que nos guiara
como organización, lo que agregado a la muerte de Peña Gómez, en parte, han
nutrido la crisis interna que en la actualidad vive el PRD.
Si nos preguntaran porqué la plataforma
es tan importante, responderíamos: porque define el rumbo; establece la visión
y los intereses que nos guían y consolidan las relaciones que se pretenden con
los sectores fundamentales de la sociedad en la conducción del Estado.
Y sobre todo, la plataforma es junto a
la historia del Partido, el faro que ilumina y propicia la coordinación de la
diversidad social presente en nuestras filas y más allá.
La plataforma es la sombrilla que nos
cubre a todos. Y cuando ésta es socializada y realmente compartida, trasciende
a la diversidad social y económica en nuestras filas, a las competencias
personales entre quienes luchan por alcanzar liderazgo y jerarquía interna y a
la representación partidaria a los diversos niveles del Estado.
Sin plataforma, solo quedan en pie las
legítimas o espurias aspiraciones personales, en el deslumbrante escenario del
Estado, y las tentadoras perspectivas del aprovechamiento, que a nivel
económico y de prestancia social, ofrece el poder.
Sin plataforma, se hace difícil
aprovechar hasta situaciones altamente favorables como la que se viviera en las
pasadas elecciones, debido a que una parte de la estructura del mando y
militancia actúa en función de lo que le conviene, a nivel personal, y no a
tono con la lealtad que debe a la organización.
En las elecciones nacionales, recién
pasadas, el PRD era la única alternativa de la población para sacar al PLD del
poder y evitar la continuidad de ese partido en el gobierno.
Es innegable que el resultado de esta
batalla política, de la que resultó derrotado nuestro candidato, estuvo marcada
por el uso indiscriminado de los recursos públicos del partido oficialista
(PLD), pero también, este resultado fue favorecido por la incapacidad interna
de nuestro partido para coordinar nuestras propias fuerzas y hacer una
oposición real a las ejecutorias oficiales.
Incapacidad que tiene que ver con el
hecho de que desde la muerte de Peña Gómez, el partido, como entidad, solo se
ha visto como un instrumento electoral para llegar al poder. Sobre todo, para
llegar al poder en función de las ventajas personales que el poder ofrece y,
desde luego, ajeno a la misión que debe cumplir como partido.
Es cierto que la misión principal del
Partido es alcanzar el poder, pero cuando no se tiene o se ha perdido el
proyecto de servicio por lo que se busca el poder, sólo quedan las aspiraciones
personales y de grupos.
Para gran parte de nuestra dirección el
poder ha sido solo un fin, en sí mismo, no un medio para servir a las grandes
mayorías ni a los mejores intereses del país que proclamamos y al que nos
debemos.
Hay que tener presente, que no es lo
mismo crecer, como persona en riqueza e importancia social, a la que todo el
mundo tiene derecho, sirviendo los reales intereses del país, o crecer, cada
quien buscándose lo suyo en el gobierno, viendo la política como un simple
negocio, a tal grado, que no le importe servir al adversario o pasarse
directamente a sus filas.
El predomino de ver la política como
simple negocio explica lo que pasara y pasa en la actualidad en nuestra
dirección política.
Al daño que ha producido la falta de
una plataforma política y de una educación continua en nuestras filas sobre la
misión del Partido, tenemos que agregarle:
LA INFUNCIONAL Y OBSOLETA ESTRUCTURA
QUE ARRASTRAMOS.
La matriz fundamental del poder interno
es la CONVENCION NACIONAL, y aún no tenemos claras las reglas y procedimientos
que nos permitan celebrarla sin sobresaltos. A 50 años después de estar
actuando en la vida política del país, el PRD no cuenta con un Padrón
partidario de su militancia confiable.
Al tiempo que se impone el olvido de la
importancia de una Plataforma política, conocida por todas y todos los miembros
del Partido, hemos vivido con un Comité Ejecutivo Nacional (CEN) más grande que
la máxima dirección del Partido Comunista Chino y degradado a un órgano reducido
solo a formalizar la legalización de decisiones que no discute.
A pesar del poder que se concentra en
el CEN, como legitimador de las decisiones fundamentales del Partido, éste
parece un cuerpo sin vida, al que no se puede convocar con la regularidad que
los estatutos establecen, ni siquiera para conocer y tratar los temas que le
corresponden.
El CEN se ha reducido a un escenario
para desplegar la correlación de fuerzas de los dirigentes, quienes establecen,
de antemano, los acuerdos que permitan convocarlo en cada ocasión. En su seno
no se debate ninguna línea o corriente de opinión. Al CEN se llega a validar
decisiones previamente amarradas.
Y para completar el trío de los
principales órganos internos gigantes e ineficaces, tenemos una Comisión
Política un poco más grande en matrícula, que el CONGRESO NACIONAL.
Si anexáramos aquí un organigrama del
PRD, se comprendería mejor que el gigantismo y la diversidad de organismos
internos son un obstáculo para la funcionalidad regular del Partido. De este
modo, la vida institucional es profundamente limitada y cada quien puede
acomodar, a su mejor interés, su propia militancia, lo que explica que salir
del PRD y pasarse al adversario, en ocasiones, ha sido un gran negocio que le
permite al tránsfuga después, de cobrar, regresar a su casa como si nada
hubiese ocurrido.
CONDICIONANTES SOCIALES DE NUESTRA
DEGRADACION
El neoliberalismo no es únicamente
desregulación del mercado.
Liberalizar los mercados y reducir el
Estado a garante y protector de ese proceso ha permitido que los valores que
trae consigo la liberalización, se irradien en todo el orden social.
Al mercado, como se ha dicho “todo el
mundo va con su codicia al hombro”, y el prójimo solo importa si podemos
aprovecharlo. Y este principio, se ha desplegado con aplastante fuerza como una
corriente demoledora de los valores tradicionales que normaban las relaciones
sociales en sentido general. Sin darnos cuenta o estimulados por la comprensión
que marca la época que vivimos, nos vamos acomodando a lo nuevo.
Y lo nuevo es que el individuo, visto
en sí mismo como centro y objeto de la vida por encima de cualquier parentesco,
compromiso o relación grupal, solo valora lo que a nivel personal le facilita o
agrega poder, riqueza y bienestar. Lo demás puede disolverse. Lo que importa
son los resultados vinculados a estos valores.
Como el PRD es el Partido donde milita
el grueso de los sectores populares menos favorecidos de la sociedad el impacto de esta corriente sobre la
militancia del Partido es aplastante.
¿Dónde esta lo mío?
No es una frase, es la guía cada vez
más generalizada entre quienes participan en política. Hemos llegado tan lejos,
en su aceptación, que la expresión es común para las actividades propiamente
internas, porque el activismo mismo es una práctica que se cobra.
El PRD ya no es un espacio de servicio
público. Es el más democrático medio de ascenso social y de enriquecimiento
para quienes acceden a la representación pública del Partido. De ahí la lucha
por lograr jerarquía interna. Al mismo tiempo, el “¿Dónde esta lo mío?”,
alimenta las complicidades extrapartidarias, que cada vez son más comunes, o se
acomodan posiciones y laborantismos inconfesables con los intereses del Partido
Gobernante.
Sin plataforma política, sin educación
interna, sin vida orgánica regular y bajo el peso de los valores referidos, es
fácil comprender porqué el PRD se ha degradado de Partido a Conglomerado. Y
porque tampoco ha podido organizar de forma eficiente y continua su función
opositora, ni su vínculo regular con todos los sectores populares.
Sin enfrentar esta herencia
globalmente, la crisis actual no podrá ser superada, pese a los esfuerzos de
quienes han confesado e iniciado sus propias campañas por la dirección del
Partido. Ni pese a los esfuerzos de una honorable comisión mediadora que busca
un compromiso para celebrar una Convención que resuelva las diferencias en el
mando que padecemos en la actualidad.
Estoy plenamente convencido que para
enfrentar y superar esta crisis, al PRD tenemos que rehacerlo, casi refundarlo.
La búsqueda de una solución negociada a
la crisis actual, así como una competencia interna para dirigir al Partido, sin
una estrategia común, terminará atomizándonos más. Por esto estamos obligados a
definir, aún en líneas generales, esa estrategia común.
Esta estrategia es aún más importante
cuando sabemos que el PLD se ha convertido en:
UNA CORPORACION ECONÓMICA QUE
MONOPOLIZA EL PODER.
Contrario al PRD, que como víctima de este
proceso se ha degradado de Partido a Conglomerado, el PLD en cambio, se ha
transformado, en una corporación económica que monopoliza el Estado.
El PLD, no olvidó sus orígenes, ni las
enseñanzas éticas de su fundador. Simplemente, enterró esta herencia. A partir
de entonces, el PLD se ha nutrido de todos los valores nuevos y al amparo de un
discurso de la apariencia y la formalidad, el PLD, rehízo y desarrollo sus
fuerzas, al tiempo de constituir al grupo dirigente, sobre todo a su Comité
Político, en parte importante del poder económico de la nación.
Para legitimar el usufructo del poder,
el PLD reordena, con una nueva Constitución, las bases jurídicas del Estado y
monopoliza sus instituciones principales.
Presumido de la impunidad que le
garantiza el monopolio de los poderes del Estado, no repara en nada para
consolidar su poder, a tal grado que se programan para defender ese monopolio,
anunciando o haciendo de conocimiento “oficioso”, el orden de los nuevos
relevos, como si fueran una Monarquía tropical.
REFORMA FISCAL Y CONTINUIDAD
La Reforma propuesta por el Presidente
Danilo Medina traduce con claridad la estrategia usada por Leonel Fernández, en 5 ocasiones, en sus 8 años
de mandatos recién terminados.
1. Con el pretexto de tapar déficits, se
obtenía una licencia para seguir gastando. Así cada vez el déficits resultó
mayor. Se piensa, que el gobierno, como controla todos los poderes y realiza
una gran inversión en los medios de Comunicación, no tiene nada que temer,
además creen que, como siempre, las quejas serán transitorias y que los nuevos
recursos permitirán mantener los viejos sobornos y agregar los nuevos que hagan
falta.
2. Los nuevos recursos permitirán, sobre
todo, incluir 200 mil nuevas tarjetas para reforzar el soporte clientelar, que
con el pretexto deCombatir La Pobreza les
aseguren las bases populares, al amparo de la cual puedan organizar las
prácticas mafiosas para legitimar su continuidad.
3. A la hegemonía que ha construido el
PLD solo le hace falta una oposición bajo su total control, o una oposición
nulificada por sus debilidades internas de toda índole, al amparo de la cual
puedan escoger colaboradores que faciliten y prolonguen la ineficacia de su
adversario principal.
Viendo este cuadro, se comprende mejor
que la crisis del PRD no puede verse como lucha personal por el liderato del
Partido entre Hipólito Mejía y Miguel Vargas.
Es cierto que Miguel terminó cooperando
con Leonel, pensando que abriría su propio ascenso al poder, con la
colaboración del líder del PLD y que Hipólito, en cambio, ha confesado que
aunque estaba al tanto de los pasos del gobierno para asegurar la continuidad
del PLD en el poder, nunca pensó que llegarían tan lejos. Es decir, Hipólito no
valoró adecuadamente al adversario que enfrentaba.
En conclusión, la contradicción
evidente entre Hipólito y Miguel no es la causa fundamental de la crisis actual
del PRD, aunque sí, entraña un obstáculo visible muy importante para superar
esta crisis. Es evidente que los factores de la crisis que han convertido al PRD
en un Conglomerado, han terminado condicionando el comportamiento de estos
líderes. Pero hay que ir al fondo.
Para resolver la crisis actual hay que
movilizar todas nuestras fuerzas, como oposición, y sobre todo, convertirnos en
el soporte fundamental de las demandas populares que brotan de la situación
calamitosa por la que atraviesa la mayoría de los ciudadanos.
Sin renunciar a ningún esfuerzo
diplomático, debemos usar todos los recursos legales que tenemos a nuestra
disposición.
¿QUÉ HACEER?
1. Una gran parte de la dirección y
bases del partido no aprecian la peligrosidad de la crisis actual que sacude al
PRD, ni tampoco ven claro cómo superarla. Por tanto es de orden trabajar para
un consenso sobre la dimensión de nuestra crisis, definiendo los pasos
prácticos y las actividades que nos aseguren la superación de la misma lo más
rápido posible.
2. Necesitamos una visión compartida
de la situación actual que defina la posición de nuestra organización Frente al
gobierno. Da pena la diversidad de opiniones entre nuestros dirigentes, La
Reforma propuesta por el Gobierno facilita esta definición.
Es imprescindible tener una línea de
acción frente a estos dos temas :
· Crisis Interna y
· Línea frente al Gobierno.
Tanto por la necesidad para desempeñar
nuestra función opositora, como para orientar la competencia interna, que ya
está en marcha, por dirigir el Partido.
La competencia interna por dirigir el
Partido es muy oportuna y necesaria, pero sin la visión colectiva sobre la
situación política y nuestra crisis Interna, se reforzaría la atomización
actual.
Desatadas todas las aspiraciones, no
sólo a la dirección del Partido en todo el país, sino además, aspiraciones
presidenciales, legislativas y municipales, donde, cada candidato, por su lado,
sin claros compromisos colectivos compartidos, podría reproducir y agravar el
sentido personal que tenemos en la actualidad.
3. Además, es necesario una
orientación que coordine los Frentes de Masas y active todas nuestras
direcciones locales con la obligación de fortalecer nuestros vínculos con la
sociedad civil, encauzar y respaldar sus demandas.
Estos tres aspectos deben sustentar las
acciones directas y legales por Recuperar el Local Nacional del PRD,
restablecer el funcionamiento regular de nuestra dirección y servir de Base a
una OLA BLANCA QUE DEBEMOS DESENCADENAR PARA RECUPERAR Y FORTALECER LOS
FUNDAMENTOS DEMOCRÁTICOS Y POPULARES DE NUESTRO PARTIDO.
4. A la luz de estos
requerimientos, necesitamos un evento interno para lograr una línea de acción
que sirva de base a la lucha del Partido frente a todos los desafíos del
presente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario