Por
Andrés L. Mateo
(Reproduzco este ciclo de tres artículos
sobre un personaje histórico porque, como siempre, la literatura se adelanta a
la realidad. Desde que lo encontré en diversos documentos del pasado he escrito
sobre su símbolo, hoy más que nunca redivivo bajo el mismo manto de impunidad.)
El primer corrupto documentado de la Isla
de Santo Domingo fue un salmantino llamado Cristóbal de Santa Clara,
seleccionado por Frey Nicolás de Ovando para ocupar el cargo de tesorero, y
estrechamente vinculado a sus estrategias políticas de dominación indiana.
Otras veces he escrito sobre este personaje, y casi se puede decir que lo he
individualizado para la historia nacional, colocándolo en el centro mismo de
una práctica perniciosa que ha acarreado muchas de nuestras vicisitudes, y casi
se ha convertido en un signo distintivo del poder, en una manera tan reiterada
de ejercer la política que es como si fuera un código genético de los
dominicanos. Pero fue este Cristóbal de Santa Clara el primer corrupto datado
que recogen las crónicas con un dejo de aspaviento y admiración.