Por: Sara Pérez
Y es de tal naturaleza, que aunque
se asume como indiscutible quién va a pagarla, su presentación se programó a
puertas cerradas -siempre hay alguna rendija por la que se escapa si no todo al
menos una parte- para luego levantar las aldabas y salir de entre las sombras,
no a solicitar, sino a proclamar el sacrificio de todos, lo que debe entenderse
como el sacrificio de los que se han sacrificado siempre, edicto que no deja de
ser entendible: si siempre han demostrado tanta docilidad, ¿por qué no darle
varias vueltas más a las tuercas y sacar más zumo?