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Para rehacerla, estudiarla

EN PLURAL
Para rehacerla, estudiarla

El Instituto Dr. José Francisco Peña Gómez donde laboro como Directora Académica, iniciará en enero del 2017 un Diplomado en Historia. Lo cursaré como alumna, seré sin dudas, la más vieja.
Este nuevo diplomado es el resultado de una meditación a la que precedieron asombradas, reiteradas y amargas experiencias. Las autoridades del Instituto y su cuerpo profesoral, hemos hecho durante los últimos periodos académicos el descubrimiento de la ignorancia casi virginal que muchos de nuestros alumnos, profesionales o estudiantes de término, muestran sobre nuestra historia, sobre todo, la más reciente, que influye aún con fuerza, en el presente. 
Yo misma, participando en uno de los conversatorios que organizamos en el Instituto para conmemorar fechas patrias, me quedé de una pieza cuando sentí, olí en el aula, con la intuición adiestrada en mis más de 60 años de docencia, que los nombres y situaciones que se iban presentando, Caamaño, el Puente Duarte, los Comandos, la OEA, Jacques Vieau, Fernández Domínguez, caían en los oídos de los presentes sin despertar ningún eco.
La “recuperación de experiencia”, que es la forma que usamos muchos maestros para buscar en la memoria de los estudiantes y extraer de ella algunos conocimientos previos sobre el tema para armar sobre ellos una construcción más acabada, fracasaba ante la cándida ignorancia, parecían oír con asombro como quienes escuchan sucesos totalmente desconocidos. 
En la UASD, oí una frase de Mao Tse-Tung “el que no investiga no tiene derecho a la palabra”. Antes de hacer un juicio, junto a los otros profesores, indagué el posible por qué. También, suspicaz como me ha vuelto la vida, el “para qué” existente en toda acción humana.
Las conclusiones afloraron; brincos inexplicables en los programas de Primaria y Secundaria de historia patria al ser ahora, no una asignatura independiente, sino parte de unas “Ciencias Sociales”, moda importada del Norte; juicios de valores algunos peligrosamente errados por subjetivos, interpretaciones que evocan el viejo texto de Bernardo Pichardo. Y como corolario feroz, los “cuadernillos” en que se basan las Pruebas Nacionales, exámenes “objetivos” de selección múltiple, que me horrorizan de nuevo este año, cuando uno de mis nietos me explicó algunos de sus “aciertos” elegidos en “tin marín”, sin articulación con causas, ni consecuencias; razonamientos ausentes, memorización superficial y suerte.
Las causas de la ignorancia y las confesiones de los jóvenes en Historia Dominicana, se podrán enfrentar y corregir cuando, como afirmo siempre ‘En Plural’ la política y los políticos que gobiernan, entiendan el problema temible que significa para la República Dominicana una juventud que no asume como maestra de vida la historia, para construir mejor la suya.
No ha llegado esa hora, la retrasan las pasadas elecciones. La Noria sigue moliendo, no el trigo de buenas políticas públicas, sino la paja de los intereses personales y de los propósitos turbios que nutren la ignorancia del pueblo.
¿Quedarse cruzados de brazos, llorar sobre la “leche derramada” por otros, pero que duele como si fuera sangre de nuestras venas?
No podía ser ese el comportamiento de quienes desde el Instituto que lleva su nombre, mantenemos vivas las ideas de Peña Gómez. Una de ellas, su convicción de que solo con la educación se logra la libertad ciudadana y la soberanía de las naciones.
Y reaccionamos. El diplomado en Historia Dominicana que se iniciará próximamente NO ES, lo sabemos, la solución definitiva del grave estado de situación en el aprendizaje de nuestra historia. Con palabras de La Biblia, es el “granito de mostaza” que esperamos que germine en quienes lo cursen; lo avala la Universidad Católica Santo Domingo, que generosamente nos auspicia los diplomados que impartimos, para que se constituya la “masa crítica” que esperamos se forme y crezca a través de la educación y otros conocimientos que seguimos ofreciendo.
Estamos desde ya, contactando los profesores del Diplomado; como decía Peña Gómez, “lo mejor de lo viejo, lo mejor de lo nuevo”. Objetivos, no neutrales; eso no existe, académicos, autores de buenos textos: eso sí, historiadores honestos. Serán el mejor estímulo, modelos a seguir para los que cursemos el diplomado.
Yo, repito estaré entre ellos. Sé que me sentiré aún más segura de que estuve en lo justo, al participar en algunos de los acontecimientos, que no conocen bien la generación actual, a la que dedicamos este nuevo esfuerzo educativo del Instituto.
Interpreto el propósito del Diplomado, en el título de este ‘En Plural’: “para rehacerla, estudiarla”.

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