Por Bonaparte Gautreaux Piñeyro.
La guerra continuaba mientras las partes negociaban en París, en
busca de solucionar al conflicto armado provocado por la invasión
norteamericana a Vietnam.
Largas y dificultosas negociaciones hasta que finalmente el tren
de la guerra fue detenido al final del túnel y comenzó una nueva era de
relaciones entre naciones que habían teñido de sangre las selvas y los llanos
de Vietnam.
El mundo estuvo pendiente de esa guerra y de las negociaciones, dado
que la misma provocó una situación de desobediencia civil, en los Estados
Unidos, por parte de grupos defensores de los derechos humanos y anti
guerreristas.
La guerra de El Salvador terminó con una negociación, luego de 10
años de enfrentamientos que produjeron toda suerte de barbaridades, asesinatos
de monjas, eliminación de poblados.
Actualmente las guerrillas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias
de Colombia (FARC) y su gobierno, mantienen conversaciones en busca de la paz,
en La Habana, a fin de poner término a un conflicto que ha desangrado aquel
país durante décadas. Los estancamientos, retrocesos y avances de esas
negociaciones son seguidos por los amantes de la paz y la democracia.
En Siria se gestiona un entendimiento entre las fuerzas que participan
en una guerra civil que
amenaza con extenderse más allá de sus fronteras, lo cual pone en peligro la
paz de la región y el equilibrio político mundial en el medio oriente.
Los enfrentamientos entre los países occidentales, Rusia y China,
durante la llamada guerra fría, se resolvieron sin que hubiera una guerra
frontal entre esas naciones.
El diálogo es la mejor forma de entenderse. Hablar es una forma de
entendimiento, de comunicación, de intercambio de ideas, posiciones,
aspiraciones, es un modo de exponer, de discutir, las diferencias.
El diálogo es una vía que debe conducir a la armonía entre partes,
cuando las mismas tienen claras sus posiciones y saben que el entendimiento
sólo se producirá cuando
los adversarios tienen el interés común de arribar a soluciones conjuntas para
beneficio mutuo.
Al diálogo se va con el conocimiento y el convencimiento de que si
una de las partes mantiene posiciones rígidas que afectan el entendimiento
entre ellas, de nada vale conversar puesto que sería un ejercicio de vaivén que
sólo se disfruta cuando se está sobre un subibaja.
La política, también es el ejercicio de lo posible, un campo en el
cual hay que estar muy claro sobre a quién benefician acciones, palabras,
posiciones.
Cuando se conocen los planteamientos de las partes es fácil
determinar qué se persigue, a quién benefician los mismos.
Ojalá que el Partido Revolucionario Dominicano se libre de un
Alejandro que corte el nudo gordiano; eso no le conviene a su militancia.
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