Para mí nació el mismo día que nací, porque desde ahí mismo comencé a tener amigos, tal como me contaba mi madre Eugenia María Batista.
En aquella época había un Sacerdote llamado San Valentín, que se opuso a la prohibición del Emperador Claudio III de celebrar matrimonios entre jóvenes.
El motivo era que consideraba que los hombres solteros y sin familia eran mejores soldados.