Les temen como el diablo a la cruz, cuando el pueblo los llama por su verdadero nombre: ladrones, ladrones, ladrones, por aquello de que a toda persona que roba le dicen Leodrón.
Por Bonaparte Gautreaux Piñeyro
Resulta difícil tapar el sol con un dedo,
acción que sólo intentan quienes desesperados, son capaces de agarrarse de un
clavo ardiendo y aparentar que no se queman.
Sólo quienes son capaces de comer un
pescado podrido y no eructar creen que pueden engañar a todo el mundo todo el
tiempo.
Convencen a mucha gente de que es lo
mismo “la gimnasia que la magnesia” y sus seguidores terminan con una diarrea
que no hallan palabras para cambiar el mundo y que los demás crean que es lo
mismo “maniobrar que obrar maní”.